jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº2346
Dar la palabra » Sociedad » 8 mar 2023

Nuevo ciclo en radio

Volvimos, la editorial con la que regresé a la radio después de cinco años de ausencia (Por Gabriel Ramonet)

Los temas se acumulan. Se van juntando. Y ya no entran en un lugar. No caben en las charlas familiares o con amigos. Rebalsan los medios disponibles. Y ahí es cuando suele aparecer, como una amiga de siempre, nuestra vieja y querida radio.


Volvimos. A este mismo estudio donde en 1998 compartí un programa con Alberto Secco, donde hice móviles para Juan Alberto Badía, donde conduje Botella al Mar y Va de nuevo.

Volvimos. A la radio. A la luz roja. Al micrófono. Al operador. Al ida y vuelta con la audiencia. A esa misteriosa relación de desconocidos cercanos.

Volvimos. A pensar en ideas nuevas. A convocar a columnistas. A planificar entrevistados. A escribir editoriales. A estudiar temas. A tratar de hablar sin trabarse ni repetir.

Volvimos. A escribir la letra de una canción de apertura, para que mi cuñado y músico Alberto Fernández le ponga música. A pedirle a Fernando Quiroga que me grabe separadores. A buscar nuevos compañeros de aventuras. A contarle cada novedad a Nora, que es mi compañera de todas las aventuras. Y que en esta trabajó como nunca (Y amenaza con cobrarme).

Volvimos. A buscar un espacio de libertad, algo tan sencillo y elemental, que se ha convertido en un problema serio. Quiero contar algo. Sergio Sarmiento, el director de esta emisora, me propuso muchas veces volver. Y cuando digo muchas, son muchas.  Yo siempre puse excusas de todo tipo. La más original es que no podía porque tenía que escribir un libro, que al final fueron dos: Nosotros los fueguinos y Justicia Adicta. Hasta que el año pasado, Sergio me vendió un auto. No es una broma. Yo tenía que comprar un auto, encontré un aviso, llamé y el que lo vendía era Sergio. No solo terminé comprando el auto sino que ante el nuevo ofrecimiento, esta vez no pude resistirme.

Volvimos. Básicamente, porque como me ha ocurrido en otras oportunidades, sentí acumularse las ganas de decir. Es extraño ese mecanismo. Primero uno escribe, por ejemplo, un tuit, o un posteo de Facebook. Después escribe una nota de opinión en Dar la palabra (que es un sitio que les recomiendo) o un artículo para medios nacionales. Pero el tema sigue ahí, insistiendo, pidiendo más desarrollo, más atención. Vuelve de manera recurrente. A veces exaspera, enoja, frustra. Si fuera un solo asunto, no sería tan grave. El problema es que a veces se acumulan. Se van juntando, y ya no entran en un lugar. No caben en las charlas familiares o con amigos. Rebalsan los medios disponibles. Y ahí es cuando suele aparecer, como una amiga de siempre, nuestra vieja y querida radio.

Volvimos. ¿Saben por qué? Porque nos han instaurado la cultura del silencio público. Antes se discutían ideas en público. Se debatían, se confrontaban. Ahora, bajo la bandera de un supuesto consenso, que en realidad es prebenda, ya casi nadie se anima a construir un discurso crítico. Algún chisporroteo, de vez en cuando, preferentemente de manera virtual. Pero nunca profundo, siempre a medio lengua, como hablan chicos de tres años. La clase política en su conjunto finge haberse puesto de acuerdo en pos de un interés común, cuando en realidad solo alcanzaron una sociedad comercial, donde cada parte se asegura y defiende su porción de la torta.

Las instituciones se parecen cada vez más a un decorado, a la escenografía donde representan su obra los actores del poder. La Legislatura y los concejos deliberantes son verdaderos ejércitos de asesores rentados. Los organismos de control tarifan sus intervenciones. Los ejecutivos administran los privilegios y los negocios. La Justicia, bueno, qué decir de la Justicia que ya no haya dicho.

Pero lo más increíble, para mí, es la desaparición de grupos opositores. Ya no hablo ni siquiera de partidos. Gremios, asociaciones profesionales, universidades, organizaciones sociales. El llamado sector privado sector. Las cámaras empresariales. Nadie encarna la necesidad de plantear los problemas estructurales, de fondo, los que nos llevarán a una más que segura crisis económica y social, a corto o mediano plazo.

Nos llamamos “Periodismo” y es muy loco lo que pasa con algunas palabras, en estos tiempos.  Muchos amigos me dijeron: “¿no es ponerle la vara muy alta llamar a un programa así?”. Están tan trastocados algunos valores, que nombrar algo suena presuntuoso. No decimos que vamos a hacer el mejor periodismo. Ni siquiera anunciamos buen periodismo. Solo nombramos nuestro oficio. Venimos a encarar una aproximación a la verdad, parcial y personal, claro, pero con fundamentos, con las pruebas que podamos reunir para lo que decimos. Venimos a escuchar todas las voces, especialmente las que difieran con nosotros. Venimos a opinar y a escuchar. A generar disparadores, inquietudes, pensamiento crítico.

Volvimos,

esquivando golpes,

volvimos,

abrazando a nuestros sueños,

sin miedo,

como si fueran compartidos.

Volviendo a nosotros,

volvimos.

Buscando dentro de uno mismo,

vagando nuestro propio olvido,

siguiendo el instinto,

volvimos.

Y aquí estamos,

casi sin más remedio volvimos,

como una señal del destino.

Volvimos más motivados,

volvimos buscando fuerza en el grito

Volvimos aún más sinceros,

usando más el oído,

sin estridencias ni ruidos,

volvimos cruzando por nuevos ríos.

Volvimos de cero y sintiendo,

que el silencio no es bienvenido,

Nos fuimos, pensamos, volvimos

Pero seguimos siendo los mismos

Volvimos,

pintando colores,

dormidos,

jugando con unos pinceles,

distintos,

buscando nuevos caminos.

Volviendo a ser otros,

volvimos.

Subiendo la piedra hasta el risco,

soñando nuevos abismos, volvimos

llenando vacíos, volvimos.

Y aquí estamos,

casi sin más remedio volvimos,

como una señal del destino.

Volvimos más motivados,

volvimos buscando fuerza en el grito

Volvimos aún más sinceros,

usando más el oído,

sin estridencias ni ruidos,

volvimos cruzando por nuevos ríos.

Volvimos de cero y sintiendo,

que nunca conviene el silencio.

Nos fuimos, pensamos, volvimos

Pero seguimos siendo los mismos

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