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Dar la palabra » Política » 18 may 2022

Elecciones estatuyentes municipales

Los caminos posibles de Vuoto (Por Gabriel Ramonet)

Vuoto ganó los comicios, pero no lo que estaba en juego en el ideario simbólico de la población, que era el apoyo a una eventual segunda reelección en el cargo. Su mejor opción es renunciar públicamente a esa posibilidad y encarar la pelea de fondo


Los entornos de los gobernantes tienden al fundamentalismo y a la negación. Por lo general no son cuerpos de masa racional, dispuestos a reconocer errores o a plantear estrategias superadoras.

Muchos de los funcionarios y dirigentes que rodean a un líder político están allí cumpliendo con una especie de adoración personal. Lo ven como una deidad terrenal a la que hay que cuidar, defendiéndola de eventuales enemigos. Algunos son, directamente, aduladores profesionales. Se dedican a comentar el buen semblante que tiene el jefe o la jefa esta mañana, a remarcar la profundidad de sus discursos públicos, a destacar lo innato de su carisma y a pronosticar la contundencia de sus futuros triunfos electorales.

Otra parte del entorno funciona en defensa propia, es decir, con la prioridad puesta en mantener sus privilegios, sus empleos, su posición relativa de poder. Les interesa que el dirigente se mantenga en el cargo lo máximo posible para que ellos puedan perdurar también.

La visión de estos grupos es siempre limitada. Pocos o casi ninguno tiene la capacidad de mirar en perspectiva, de alejarse del microclima de la oficial gubernamental para entender lo que sucede puertas afuera, en la impiadosa realidad.

Los que intentan contradecir el optimismo bobo que suele imperar en las reuniones de gabinete suelen ser vistos con recelo, como si estuviesen encarnando una confabulación interna.

Me pregunto qué le dirá su entorno al intendente de Ushuaia, Walter Vuoto, después del resultado en las elecciones de estatuyentes municipales.

Una postura consistiría en focalizarse sólo en el triunfo. “Ganamos por primera vez una elección de convencionales”. “Dejamos tercero a Juntos por el Cambio, el símbolo de la derecha argentina de los últimos años y nuestro principal potencial adversario”. “Le sacamos 20 puntos de diferencia al espacio del gobernador”. “Ganamos, ganamos, siempre ganamos”.

En efecto, Vuoto ganó los comicios, pero no lo que estaba en juego en el ideario simbólico de la población, que era el apoyo a una eventual segunda reelección en el cargo.

Si hablamos de números, el intendente logró 5 de 14 bancas en juego, es decir que no tendrá mayoría propia en la convención estatuyente para reformar la Carta Orgánica.

Siguiendo el juego de las alianzas, podríamos agregarle a los escaños oficialistas una sexta silla, la de Forja, el partido del gobernador Gustavo Melella que hizo un papelón electoral pero al menos se anotó entre las fuerzas ingresantes al debate legislativo. Si el representante de Melella mantiene el discurso del mandatario en favor de las reelecciones, y se sostiene la paz artificial entre ambas facciones del Frente de Todos, podría deducirse que La Cámpora cuenta con seis votos “propios”. En realidad, a Melella le interesa más que Vuoto vaya por un tercer período en el municipio y no confronte con él en las elecciones de 2021, que cualquier otro tipo de afinidad ideológica.

Aun en esa línea de razonamiento, son 6 bancas en favor de la reelección contra 8 que hicieron campaña abiertamente en contra de esa posibilidad.

Por lo tanto, de persistir en su cruzada original, el intendente tiene dos caminos posibles: buscar dos votos entre los partidos opositores, o arriesgarse a la vía judicial.

¿Podría la vicegobernadora Mónica Urquiza, representante de un mopofismo devaluado y cooptado por la familia Loffler, ser uno de los votos que seduzca el vuotismo en la convención? ¿Podría Urquiza cambiar de parecer después de todo lo que dijo en campaña sobre la alternancia en el poder y las reelecciones indefinidas, aún cuando su compañero de bloque Damián Loly Loffler lleva 24 años atornillado al sillón?

Supongamos que sí. Y que además aparece otro Borocotó para cumplir así el sueño reeleccionista. ¿Cuál sería el costo político de una maniobra semejante, tanto para quienes lo protagonicen como para los beneficiarios? ¿Hay vuelta atrás después de eso?

La intentona judicial representaría, sin dudas, la peor de todas las opciones. El cuento de que el mero llamado a reformar la Carta Orgánica habilita un tercer mandato es un dislate jurídico sin precedentes. La comparación con la situación del ex intendente Jorge Garramuño es un error grosero. Aquella vez no existía la Carta Orgánica. El marco jurídico de la ciudad cambió de una ley provincial de municipios a una constitución propia. Era un argumento discutible pero era un argumento. Ahora no existe ni siquiera eso. La Carta Orgánica está vigente y estipula dos mandatos. Si se quieren tres, hay que cambiar la ley. No hay otra interpretación posible.

Sin embargo, Vuoto también tiene una tercera salida, que sería sin dudas la más favorable a su carrera política, y es renunciar públicamente a un intento de re reelección.

Podría decir que entendieron el mensaje de las urnas, que el pueblo aprobó su gestión con un triunfo pero también le puso un límite a la posibilidad de permanecer en el mismo cargo. Podría también aprovechar esa victoria e impulsar todos los cambios relacionados con la ampliación de derechos en la Carta Orgánica, liderando el bloque de más integrantes de la convención y transformarse así en el gran protagonista de la reforma.

Las elecciones también mostraron que la gente está más proclive a votar discursos críticos genuinos que a dirigentes disfrazados de opositores. Por eso entró a la estatuyente el partido del concejal Javier Branca, el de la ex diputada Liliana Fadul y el de los libertarios fueguinos.

Hace falta oposición en Tierra del Fuego, y el líder La Cámpora tiene la posibilidad de hacer lo mismo que su líder Máximo Kirchner a nivel nacional, o sea confrontar incluso con sectores de su propio espacio.

Walter Vuoto tiene en sus manos el capital de quienes lo votaron y el mensaje que su entorno, probablemente, no va a querer leer. Tiene que tomar una decisión.

Puede abandonar la idea de un tercer mandato e ir por la gobernación confrontando con el gobernador Melella. Dejar de lado la pantomima de una alianza en la que nadie cree y decir todo lo que viene callando desde hace demasiado tiempo.

Si de verdad representa a los sectores populares de esta provincia, puede combatir a lo más recalcitrante del poder concentrado de la isla. Poner blanco sobre negro respecto de la alianza de Melella con la peor parte del Movimiento Popular Fueguino. Profundizar sus ideas e ir a fondo de una vez por todas.

Si pierde, si le toca no alcanzar su meta, será en todo caso una derrota digna de ser recordada y haciendo lo que el momento histórico le requería.

De lo contrario, corre un riesgo más grave todavía: el de ser parte de lo mismo.

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