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Dar la palabra » Cultura » 11 may 2021

Se está muriendo el fútbol (Por Norman Munch)

Pero ahora que lo pienso bien, ese fútbol ya se murió. Hasta me animo a decir, y en esta me le paro a cualquiera, que a ese fútbol lo mataron. Y los que se están muriendo son los últimos estertores de un pasado que fue mejor, puta que lo fue.


Por:
Norman Munch

Se murió Timoteo. Y unas horas antes se había muerto el Indio Gómez. Y unos días antes el Gordo Coronitti, arquero del glorioso Temperley que pasó a la historia con un gol de arco a arco, algo que lograron pocos guardametas. Y antes de ellos el Murciélago Graciani. Y también se habían muerto el Diego, Sabella, el Tata Brown.
Se está muriendo el fútbol.


El del 4-3-3, el de once titulares y cinco suplentes que llevaban en la espalda del 1 al 16.

El de las camisetas ajustadas y sin publicidad, el de los pantaloncitos que apenas les tapaban el traste a los jugadores, el de las medias bajas y los botines negros (aunque el Indio fue el primero en usar blancos).

El de técnicos de sacos decorados con la D y la T, tipos sabios que la sabían lunga porque habían trajinado canchas por años y años. Como el Feo Labruna, el Pato Pastoriza, el Viejo Zoff, el Tano Lorenzo, qué decir del Doctor Bilardo y el Flaco Menotti.

El de dos cambios por equipo.

Se está muriendo el fútbol del Bocha, de Alonso, del Tano Labonia, del Beto Pascutti, de Donaires, de Cicarello, de Cococho Álvarez.

El que venía en los paquetes de cinco figuritas de cartón, cuatro redondas y una cuadrada.

El de la B de los sábados relatado por Jorge Bullrich y comentado por Dante Zavatarelli. El de la A los domingos con el Gordo Muñoz y la Oral Deportiva.

El que escuchaba con la Spica que había sido de mi abuelo, cargada con las “Eveready, una pila de vida”.

El del minuto cero del partido, minuto de Ginebra Bols.

El que iba a ver a la cancha con mi viejo, el de tribunas siempre llenas, choripán y Coca.

El de la voz del estadio informando los resultados de los primeros tiempos.

El de apellidos raros como Agüerópolis, Recavarren, Pagnanini, Del Capellán, Pistone, Quinto Pagés, Cortina Dura, Mainonis, Hiotidis, Lattuada, Sa y hasta Cucciufo.

El de jugadores de camiseta eterna, que debutaban y se retiraban en un solo club.

El de El Gráfico, la Goles y la Sólo Fútbol, el de los puntajes de los jugadores y hasta la recaudación de cada partido.

El de defensas, mediocampos y delanteras inolvidables por el motivo que fuera. Como Agonil, Cúper, Marchesini y Garré. Alul, Bian, Higuaín y Hrabina. Giusti, Marangoni y Bochini. JJ, Merlo y Alonso. Saturno, Chena y Mir. Hugo López, Alberto, Cárdenas y Carlos López. Tutino, Fornari y Forgués. Mastrángelo, Veglio y Feldman.O el inmortal once de Fillol; Olguín, Galván, Passarella y Tarantini; Ardiles, Gallego y Kempes; Bertoni, Luque y Ortiz.

El de campeonatos largos, a dos ruedas y sin promedios, con dos que descendían y dos que ascendían.

El de la Pintier y la Tango.

El que nos hizo campeones del mundo.

Pero ahora que lo pienso bien, ese fútbol ya se murió. Hasta me animo a decir, y en esta me le paro a cualquiera, que a ese fútbol lo mataron. Y los que se están muriendo son los últimos estertores de un pasado que fue mejor, puta que lo fue.

Que no me vengan a decir que el fútbol está vivo.

El fútbol de hoy es una parodia triste, insultante, degradada.

Un fútbol robotizado, aburrido, mercantilizado, sobrevalorado, en el que el poder de la billetera acumula un talento que no es tal bajo el nombre de sociedades anónimas disfrazadas de clubes.

Y si vieran Timoteo, Labruna y Pastoriza a tanto técnico achupinado, de camisita y saquito entallado, bufandita y zapatillitas blancas, haciendo gala de nervio fácil, corriendo histéricos al costado de la cancha, queriendo complicar a los gritos algo tan simple como es el fútbol. Negarían con la cabeza mirando al suelo.

Que no me jodan. Se está muriendo el fútbol. O ya lo mataron. Dan ganas de llorar.

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