viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº2347
Dar la palabra » Política » 31 oct 2020

Justicia y corrupción

Sahade y el monólogo de Tato Bores (Por Guillermo Worman)

El caso del Juez Raúl Sahade puso al descubierto un parte importante del Poder Judicial fueguino. La manipulación de causas sensibles a los intereses políticos y económicos, amiguísimos, contactos estrechos y tráfico de influencias. Y una sociedad que parece tolerar esto y mucho más. De ahí la supervivencia de magistrados con este tipo de conductas.


Por:
Guillermo Worman

                                                        ¨Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados¨

                                                                                                                        Tato Bores

 

Hay un dicho que expresa que no existen jueces honestos surgidos de sociedades que toleran el delito. No por nada, no causó demasiada sorpresa el diálogo telefónico entre el juez de instrucción Raúl Sahade con una abogada riograndense. Es que la pericia policial que desgravó las conversaciones solo confirmó alguno de los tantos secretos a gritos que suceden en los pasillos de los tribunales. Arreglos de causas, sospechas de pago de coimas para torcer el rumbo de determinados expedientes, favores entre jueces con el poder económico y político, a la par del famoso ¨toma y daca¨ que compone el núcleo duro de la llamada familia judicial: te nombro un familiar a cambio que me designes uno de los míos. ¿Cuántos soportan renunciar a tamaño privilegio para lograr estabilidad económica y familiar para sí y (casi) toda la familia?

 

 

El silencio y la complicidad son las llaves del éxito en un sistema que premia a quienes no sacan los pies de adentro del plato. En la mayoría de los casos, se trata de callar para avanzar. O de escuchar el llamado telefónico que sugiere planchar o acelerar determinado expediente. Quienes no cumplen con la liturgia de esa regla son desterrados a la Siberia de los Tribunales: no ascienden en sus cargos, no son electos en los concursos ganados de antemano del Consejo de la Magistratura, y encuentran su techo profesional como consecuencia de no cumplir con las reglas generales del sistema. Tienen solo dos caminos por delante: jubilarse con dignidad en los cargos que ingresaron o pasarse a la Justicia Nacional, como ha pasado en muchos de los casos de magistrados que no eran considerados por el sistema de selección provincial, mientras tenían grandes logros profesionales dentro del Consejo de la Magistratura de la Nación, alcanzando los primeros lugares de los concursos en muchas oportunidades.

 

Esta situación es conocida y amparada socialmente. Primero, porque la dinámica se ha vuelto eficaz. Se sabe por dónde ir para triunfar y cuáles son los caminos que no hay que tomar. La segunda condición es la tendencia social isleña al silencio cómplice.

 

Lo que salió a la luz de Sahade era sabido sino por todos, por una inmensa mayoría. Tanto en Tribunales, como en los medios de comunicación y dentro del mundo político. ¿Qué nivel de sorpresa causó la filtración de la pericia judicial, o la sorpresa fue que haya tomado estado público y no se pudo frenar su difusión?

 

Los jueces funcionales son preciados dentro del sistema. Traen certidumbre, responden a sus padrinos y, por sobre todo, son garantía de impunidad.

 

En rigor, la dinámica de la causa donde sigue imputado después de dos años el gobernador Gustavo Melella tiene todas estas características, por su tratamiento dentro y fuera de tribunales. Y no es casual que Raúl Sahade fue el juez que la tramitó desde sus comienzos y que el Superior Tribunal de Justicia le haya permitido seguir al frente de la causa, a pesar de todas las irregularidades que fueron señaladas por la Cámara de Apelaciones.

 

 

"Es una sociedad que juega a ser moderna, joven y transparente, que juega al cumplimiento de las reglas, que juega a la división de poderes, pero donde ninguna de estas prácticas se concreta en la realidad. Es una sociedad donde, por cercanías, todo o casi todo se conoce, pero que termina premiando a quienes mejor juegan a este tipo de juegos¨, ilustró uno de los profesionales fueguinos más sólidos de las ciencias sociales.

 

Cerca del Consejo de la Magistratura saben que el futuro de Sahade se resolverá como siempre: según los acuerdos y conveniencias políticas que se cierren dentro de ese organismo. Nada se ajustará al juzgamiento de la conducta del magistrado, sino a las consecuencias que podrían traer separarlo de la causa penal más sensible de Tierra del Fuego o los beneficios de sostenerlo al frente de ese tribunal.

 

Si Sahade continúa manejando el expediente que mayor transparencia procesal necesita continuaremos dentro de la dinámica de una sociedad que tolera este tipo de escándalos en complicidad. Y sí el futuro del juez de las conversaciones sobre intercambio de todo tipo de favores en su juzgado es expulsado del Poder Judicial en los tiempos y las formas que corresponden, nos encontraremos frente a un hecho aislado, que se inició por la fuga interna de información y no por los sistemas de auditoría que debería tener la Justicia Fueguina.

 

Durante 1993 el genial Tato Bores hacía ¨Good Show¨ en Canal 13. En uno de sus tantos monólogos para la historia de la televisión argentina dijo[1]:

 

¨Llego a tribunales esperando ver a la estatua de la justicia andrajosa y hecha pelota y, cuál no sería mi sorpresa, al encontrármela maquillada, de tacos altos y minifalda y revoleando la carterita.

 

-Escuchame loca: ¿Qué te pasó? ¿Desde cuándo te dedicás a… este antiguo oficio?

-Lo que pasó Tato es que ya estaba aburrida de que los que decían defenderme me violaran sistemáticamente. Cansada que los gobiernos, cada dos por tres, me dejaran el tujes como un gladiolo en primavera… y encima gratis. Eso se acabó Tato, ahora aprovecho esta nueva ética de mercado y, por lo menos, cobro.

-O sea…

-O sea Tato que si quiere un cambio de carátula, un cambio de fuero, un cambio de juez, una conmutación, un sobreseimiento, lo que se le ocurra, me llama y lo arreglamos enseguida.

-Pero atendeme, la justicia no puede ser… un yiro, tiene que ser seria… para eso tenés la espada y la balancita.

-Tenía Tato, la espada la empeñé y la balancita se la di a Gerardo para que corte la manzana. Ese sí que es un programa donde triunfan los justos– dijo mientras orientaba a un juez nuevo que no sabía dónde quedaba la puerta.

 

-Así es Tato, no se sorprenda– intervino el boga José Exhorto-. Vivimos en libertad y si el gobierno quiere tener justicia fiel y consecuente, y se pone, ¿por qué no la va a tener?

-Pero, ¿y la seguridad jurídica?

-Verso Tato, verso. Jamás hubo tanta seguridad jurídica como ahora. Hoy usted puede estar absolutamente seguro que todos los fallos van a salir a favor del gobierno. Y si el juicio es: ʻEl estado contra los amigosʼ, póngale la firma que pierde el estado y ganan siempre los amigos. ¿Qué país le puede dar una seguridad jurídica tan rotunda como ésta? ¿Le queda claro?

-Claro que me queda, lo que pasa es que no me gusta un carajo”.

 

 

 

[1] https://www.cultura.gob.ar/tato-bores-7-monologos-imperdibles_6993/

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