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Dar la palabra » Política » 26 oct 2020

Historia

Octubre de 1917 – La revolución socialista (Por Felipe Pigna)

El 25 de octubre de 1917 comenzó la Revolución Rusa. Basándose en las teorías de Karl Marx, Vladimir Lenin encabezó en esta fecha la primera revolución comunista del siglo XX, instauró la dictadura del proletariado, adoptó como régimen político la República Federal Socialista y Soviética Rusa y expropió a los terratenientes de tierras y las repartió entre los campesinos. Las empresas pasaron a ser propiedad del Estado, bajo el control de los mismos trabajadores. La Revolución de Octubre -el acontecimiento político, económico y social más importante del siglo XX- tuvo lugar el 7 de noviembre de 1917 de nuestro calendario. Sucede que al momento de la revuelta, Rusia aún se regía por el calendario juliano, mientras que la mayoría de los países occidentales, inclusive la Argentina, se regían por el calendario gregoriano. Para recordar este episodio, hemos seleccionado un artículo que consigna cómo fueron informados los argentinos sobre los sucesos que se desarrollaban en Rusia.


Por:
Felipe Pigna

El 25 de octubre de 1917 comenzó la Revolución Rusa. Basándose en las teorías de Karl Marx, Vladimir Lenin encabezó en esta fecha la primera revolución comunista del siglo XX, instauró la dictadura del proletariado, adoptó como régimen político la República Federal Socialista y Soviética Rusa y expropió a los terratenientes de tierras y las repartió entre los campesinos. Las  empresas pasaron a ser propiedad del Estado, bajo el control de los mismos trabajadores. La Revolución de Octubre -el acontecimiento político, económico y social más importante del siglo XX- tuvo lugar el 7 de noviembre de 1917 de nuestro calendario. Sucede que al momento de la revuelta, Rusia aún se regía por el calendario juliano, mientras que la mayoría de los países occidentales, inclusive la Argentina, se regían por el calendario gregoriano. Para recordar este episodio, hemos seleccionado un artículo que consigna cómo fueron informados los argentinos sobre los sucesos que se desarrollaban en Rusia.

De cómo los porteños de 1917 fueron informados sobre la revolución rusa

Fuente: Hernán Juárez, Diario La Opinión cultural, domingo 19 de noviembre de 1972.

¿Cómo toma conocimiento de la Revolución Rusa el argentino medio de aquella época? Retrocedamos a noviembre de 1917: ciudad de Buenos Aires. Seleccionemos los diarios de mayor gravitación en ese entonces: La Prensa y La Nación. Algunos más, otros menos, ya conocemos la cronología de aquellos sucesos ocurridos hace 55 años. Así como el periodismo actualmente hace gala de su “objetividad” informativa para notificarnos sobre Vietnam, Uganda o Chile, sin duda tuvo que ejercer esos mismos significados en su práctica, para realizar la cobertura noticiosa de la primera revolución proletaria a nivel mundial. Veamos, estimado lector.

Ahí se encuentra nuestro buen argentino en pleno período yrigoyenista –sentado en su patio de macetas- a punto de cometer el acto de solazarse con las páginas de su diario predilecto: La Prensa (LP) o La Nación (LN). Es sábado 3 de noviembre y su señora, plumereando el bargueño, posiblemente aspire a un corpiño con puntillas que por sólo $ 0,55 ofrece la Casa de los Novios, de Barbagelatta y Cía. Aproximémonos, con el gran angular de nuestra imaginación, a esa mecedora donde se bambolea el sujeto. En medio de los titulares de la “Gran Conflagración en Europa” el hombre de pantuflas matinales advierte un recuadrito que anuncia “La Situación en Rusia”. Percibe inmediatamente que un corresponsal de Associated Pressaltera las orejas de Kerensky nada menos que con este interrogante: “¿Cuál es el futuro de Rusia después de la guerra?” Tamaña sutileza cala hondo en el reporteado, a tal punto que su respuesta coquetea con la metafísica: “Nadie puede imaginarse el porvenir” concretiza el gobernante y, sin duda, pierde sus ojos en la lejanía del cuarto. El día anterior LN comunicaba: “Varios elementos populares están listos para sostener al gobierno con automóviles armados de ametralladoras”.

 

Este operativo precede a las frases de un artículo de Gorka donde, según la traducción del cable, el aludido denuncia que “agitadores sin religión ni ley atentan contra la libertad de Rusia”. Ya el martes 6, luego de que el idolatrado Botafogo triunfase en el Premio Carlos Pellegrini, un cable sentenciaba con respecto a la situación en Petrogrado: “El gobierno presiente que los agitadores se agotarán hablando” (LP). Tal vez nuestro sujeto, contra el duro respaldo de su asiento en el tranvía, hubo de coincidir con esa interpretación freudiana del deseo insatisfecho, si renglones más abajo no se topara con una descripción del frente de guerra, por la cual “se insta a los soldados alemanes” a pasarse a la trinchera rusa “donde se les brinda vodka, dinero” y sano esparcimiento.

 

Reconforta suponer que los moscovitas estuviesen desde entonces en el ruido, si no fuese por un incisivo informe de La Nación donde se editorializa sobre “Esa Rusia ideológica y estrecha” que, con su “sibilino silencio” aconsejado por una “ínfima minoría de obreros y soldados”, hace pensar “hasta qué punto esos irresponsables de la calle conseguirán imponer sus puntos de vista”.

 

Es indudable que para el diario de Mitre la historia pasa por gente como uno, y no –como dice en otro párrafo- por el “egoísmo mental” de Karl Marx “exportado como veneno teórico” sobre la faz del planeta. Sin embargo, la cabeza de nuestro lector de época reposa en paz durante la noche, por cuanto ambos matutinos descifran la situación como “derrota de los boshelvikis”, mientras 400 avisos clasificados solicitan “sirvienta joven” y 12 “Amas con buena leche” se ofrecen para los hijos de la patria. (LP)

 

Kerensky se anticipaba a ciertos gobernantes desarrollistas –especuladores de América Latina, manifestando que “ante el compromiso de continuar la guerra solicitó a EE.UU. 32 millones de dólares”. Paralelamente a eso, el diario de los intereses agro-exportadores titulaba con letra bastante grande: “León Trotsky presidente del Comité Central” y La Nación mostraba en su página 19 del miércoles 7, un remate de ganado, bajo el rótulo carnavalito de “2000 –Vacunos – 2000.”

“El Soviet se adueña del Poder” se alarmaba el diario, apuntando escueta y protocolarmente que “Lenin es recibido con aplausos en todos lados”. Renglones posteriores, una caracterización, vía Londres, aportaba la cuota de objetiva claridad en el asunto, ya que el aplaudido “Lenin, agente alemán, con su mano derecha, el anarquista Trotsky, son los auténticos autores del golpe de Estado”. Cierta iba siendo la congoja periodística porteña, reconocible en una semblanza sobre el alicaído Kerensky que imprime LN, y donde debajo de la foto del mencionado se consigue leer: “fue la personalidad más destacada de la Revolución”. Calificación que no debe intranquilizarnos puesto que posteriormente nos enteramos de que ese hombre “ha realizado”, simplemente “una obra pasmosa”. Sobre todo (y así debe registrarlo la historia) como “agitador de las masas obreras”, conducta ésta irónicamente revelada en el momento de su previsible caída.

 

No tanto caída. La situación es confusa pero alentadora. “Debemos prepararnos a lo peor imaginable” transcribía LP de un grito propalado por el New York Herald. Pero el quid de la cuestión lo desentrañaba un cable de LN: “Todo parece ser un esfuerzo desesperado de los Maximalistas, señal de su caída”. Notable presupuesto lógico, acompañado por otra noticia: “Kerensky conversó con los ejércitos que marchaban a Petrogrado, e intentó convencerlos de que pararan la marcha”.

 

Dejemos por un rato a Kerensky convenciendo, como así también un editorial de L’Humanité de París, donde fofamente se concibe que “Rusia saldrá bien de este exceso de malestar”.Nuestro sujeto, aquí en Buenos Aires, asistía a la rauda marcha de Racing, que le ganaba seis a cero a Atlanta y ocho a cero a Columbian y continuaba al frente de la tabla. Un cable de Reuter esparcía: “Los compatriotas rusos ven a los autores del golpe como arquitectos de la ruina” (LP) y anexaba: “El golpe puede ser muy beneficioso para la reacción de Kerensky”. Otra vez nos encontramos con este “agitador obrero” que según LN “va al frente de las tropas”, con “un ejército de 200.000 hombres” –agregaba LP- “y muchas guarniciones que se le declaran fieles”. Como contrapartida desoladora: “Los obreros ferroviarios negaron autoridad a los bolcheviques”.

 

Nuestro lector de 1917, debajo del calor de noviembre y de su rancho, posiblemente se fascine ante esta recuperación contrarrevolucionaria, y más con una noticia, otra vez en La Prensa, donde “los rebeldes, como una muchedumbre desordenada, se retiran”, puesto que “estalló en toda Rusia, una revolución a favor de Kerensky”. Se suma, para no ser menos, LN, con titulares al día 12 que decretaban: “Aplastante victoria de los Cosacos sobre los ejércitos de Lenin en Petrogrado”.

 

No podían ser otros que ingleses, los que pararan un poco flemáticamente la mano puntualizando: “Es ésta una revolución extraña” según cronifica LP de un editorial del The Daily Chronicle. En una cruel dramatización de los sucesos, LN narra cuando Trotsky “tomó posesión del ministerio y pidió que se le entregaran los tratados secretos, pero los empleados se negaron a traducirlos”. El mismo cable concluye con un enigmático párrafo: “Fue encontrado desnudo el cadáver del Gral. Turnenoff”. Del desafortunado militar en cueros, sobre el cual nada más se documenta, saltamos a La Prensa, quien anuncia a los cuatro vientos: “Los Maximalistas pierden terreno”. “Sigue avanzando el Ejército de Kerensky con rumbo preciso, aunque no se conoce el punto donde realmente se halla”. “El fracaso de los bolcheviques es cuestión de horas”.

 

Largas horas duraría ese fracaso, no obstante “algo es seguro –propala un cable de La Nación- cualquiera que triunfe la victoria no será de Lenin” (día 13). “Se lucha en Petrogrado”, prosigue LP; agrega: la “Guardia Roja fue derrotada en Moscú” (14). Y analiza supinamente: “La combinación Lenin-Trotsky carece de suficientes hombres para ejercer la autoridad”. Juntamente con la impopularidad del binomio, “se confirma la completa victoria de Kerensky”. Si nuestro lector de 1917 hubiera fallecido arrollado por el caballo de un lechero, por ejemplo, quizás expirarse ese 15 de noviembre con la imagen falsa de una historia que vivirían dos días después sus conciudadanos. A no ser que se hubiese fijado en esa misma edición del diario, en un cable en el ángulo inferior de la página, letra más chica, de 6 renglones, el cual transcribía un telegrama de Trotsky: “Kerensky se retira, pasamos a la ofensiva”.

 

Pero no, en Buenos Aires, Caruso fuma cigarrillos “Reina Victoria” y el “Gral. Kaledines es ahora el dictador de Rusia” (LP). Bancarrota total bolchevique: “La población retira su confianza a Lenin y Trotsky”La Nación complementa: “Kerensky dueño del Kremlin y del Telégrafo”. La Prensa afirma: “En Moscú se formó una tercera fuerza, integrada por criminales, que combaten contra Kerensky y los bolcheviques”. Se abalanzan las noticias. Fijémonos en éstas: “Kerensky vuelve en tren arrancando las vías mientras avanza”, dice LP. “Petrogrado en llamas” se imagina LN, “las mujeres soldados son tratadas con rudeza por los revolucionarios”. “Estamos sobre el final de la revolución”“Los Cosacos Avanzan”“Crece el Pánico entre los bolcheviques” (todas de LP), “Lenin ha sido detenido” (LN, día 16), “El Gral. Dukhonin publicó una proclama donde anuncia que le informen el paradero de Kerensky, porque lo ignora y ha decidido defenderlo”. El Trust Joyero impone el día del Mate y la Bombilla. Se festeja en nuestro país la semana del “Nene”. “Los bolcheviques sufrieron 500 bajas” en un combate “contra ninguna baja de sus enemigos”. “La combinación Lenin-Trotsky sigue perdiendo terreno” (LP). “Se aconsejó a Kerensky que entrara en Petrogrado con una bandera blanca, pero desapareció antes de que llegara su escolta” (17). Frenemos las citas, estimado lector, porque estamos a punto de cambiar el rumbo de la historia. Su antepasado de 1917 –el abuelo de cualquiera- abrió.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

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