sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº2341
Dar la palabra » Sociedad » 10 ago 2020

Derrotar al coronavirus ¿una cuestión de fe? (Por Juan Alba)

En los últimos meses la esperanza depositada en las vacunas ha crecido captando fieles con la misma velocidad de una iglesia pentecostal brasilera. Cuando no se encuentran respuestas a las preguntas, los expertos y los gestores sanitarios apelan a lo mismo. A la fe en las vacunas.


Por:
Juan José Alba Capitaine

Yo tengo fe, cantaba hace más de medio siglo un juglar popular oriundo del norte de nuestro país, luego de devenido en gobernador y más tarde senador de su provincia de origen. La fe mueve montañas, dice el dicho. Lo cual es literalmente cierto, y lo ha comprobado la ciencia de la geología. Desde Humboldt a la fecha sabemos que es el movimiento del las placas tectónicas sobre el magma fluido de la tierra y el choque entre las mismas lo que genera que se muevan las montañas. Puede tardar millones de años para que se muevan, pero sí que se mueven. La fe funciona, a veces, pero tiene sus tiempos.

Es difícil rastrear el origen de la fe en la historia de la humanidad, como también lo es rastrear el origen de la razón. Qué empezó primero en la mente del ser humano primitivo, sí la fe o la razón, es una de las cuestiones centrales de la antropología, la psicología o y la filosofía. Lo que sí está demostrado es que cuando nos encontramos en situaciones de incertidumbre, los humanos rápidamente activamos cualquiera de estos mecanismos, el de la fe y el de la razón.  Basta pensar en cualquier situación personal desagradable que hayamos pasado y constatar como en esas situaciones, la fe y la razón debaten entre sí para encontrar una solución, una explicación.

En el campo de la ciencia, la fe es, o debería ser, inadmisible. Si un médico receta un determinado antibiótico, no lo hace porque se tiene fe, sino por que su  razonamiento lógico, sus conocimientos y sobre todo la evidencia científica apoyan su conducta. Lo mismo cuando un agrónomo decide por tal o cual fertilizante, o cuando un ingeniero diseña los cimientos de un puente o cualquier otro tipo de construcción. No lo hacen porque tienen fe sino por que su razón los orienta y conduce en cada una de sus decisiones.

Conociendo de antemano la importancia psicológica de este mecanismo, no es ninguna sorpresa que no bien instalada la pandemia por el nuevo coronavirus, no tardaran en aparecer los defensores de la fe. Paradójicamente no emergieron desde estamentos religiosos o espirituales sino más bien desde puestos seculares, tanto gubernamentales como científicos.  Esto se termina en ocho semanas, yo tengo fe, dijo algún gurú, ya hace unos cuantos meses. Todavía lo deben estar buscando para que aclare.  El virus se está atenuando y en cualquier momento va a desaparecer dijo un médico italiano, que se ve que conoce tanto de virología como quien suscribe de ortopedia y traumatología. No todos somos especialistas en todo. Tenemos que tener fe que ya van a llegar las vacunas, es un cliché que repiten varios referentes en las entrevistas. No vamos a abrir las escuelas hasta que estén las vacunas, leí que dijo un ministro de Educación. No hay Festival de Doma y Folklore hasta que estén todos vacunados, dijo algún experto que asesora a los organizadores de este evento.

En los últimos meses la esperanza depositada en las vacunas ha crecido captando fieles con la misma velocidad de una iglesia pentecostal brasilera. Cuando no se encuentran respuestas a las preguntas, los expertos y los gestores sanitarios apelan a lo mismo. A la fe en las vacunas.  ¿Cuándo vamos a volver visitar a los abuelos? Cuando estén las vacunas ¿Cuándo podremos al fin viajar? Cuando estén las vacunas ¿Hasta cuando deberemos usar barbijos? Hasta que estén las vacunas…. ¿y el fútbol, y los boliches y las peregrinaciones a Luján? No, hasta que estén las vacunas.

Pero  ¿podemos apostar a la fe?  ¿podemos apostar desde la ciencia a esperar que se diseñen, fabriquen, comercialicen, distribuyan y apliquen de forma masiva las vacunas? ¿podemos apostar a que la pandemia se va a terminar?

A todos nos gustaría y esperamos con ansia el día que nos informen que está lista la vacuna…y que funciona la vacuna!. Soy un defensor acérrimo de las inmunizaciones y no quiero que se malinterprete ni se me trate de agorero, pero tengo que ser realista, alguien tiene que ser realista.  ¿y si no hay vacuna? ¿ y si no logra la humanidad diseñar una vacuna efectiva y segura? ¿y si no hay inmunidad? ¿y si la inmunidad al coronavirus se desvanece con el tiempo?

En ciencia no podemos aferrarnos a cómo queremos que sean las cosas, tenemos que aceptar cómo son o cómo pueden ser las cosas. Y una probablidad es que las vacunas no funcionen, y que tampoco el virus de inmunidad de por vida. 

Pero ¿por qué no deberían funcionar?  Por la sencilla razón que convivimos con cientos de enfermedades producidas para virus para los cuales no tenemos vacunas. Es verdad, en los últimas década hemos diseñado vacunas efectivas contra el sarampión, la varicela, la hepatitis B, la polio, el papilomavirus humano. Pero no hemos encontrado vacunas para otras enfermedades que también producen muerte y enfermedad. No hay vacunas para virus respiratorios, como el virus sincicial respiratorio (VSR) y el adenovirus que producen estragos en los bronquios de nuestros niños. No hay vacuna para el HIV, para el herpes que produce la gravísima meningoencefalitis, para el citomegalovirus, el virus de Ebstein Virus, y para muchísimos otros virus, que como el coronavirus, casi nunca hacen nada, pero cada tanto producen daño, y muerte.

¿Y que hay de la inmunidad natural y de la famosa inmunidad de rebaño?. Podría ocurrir, como algunos estudios científicos lo están sugieriendo,  que después de la infección por el nuevo coronavirus la inmunidad natural se vaya atenuando con el tiempo hasta desaparecer. No sería para nada raro, los otros coronavirus, primos del SARS-CoV2  funcionan así.  Un par de resfríos que tuviste el año pasado pueden haber sido provocados por algunos de estos viejos coronavirus ya conocidos (OC43, 229E, y NL63 HKU1 son sus complicados nombres que no creo nunca poder memorizar), o bien pasaste la infección asintomático y no te diste cuenta. Los viejos coronavirus no dejan inmunidad a largo plazo, por lo que las reinfecciones son comunes, aunque afortunadamente de caracter leve y muchas veces asintomáticas, años y a veces meses después de la primera infección. El SARS Cov2 podría comportarse así, ¿Por qué no?

¿Y que pasaría si el nuevo coronavirus no genera inmunidad permanente? En este punto tendríamos que explicar los dos tipos de inmunidad que tenemos: la inmunidad humoral (anticuerpos) y la inmunidad celular. Básicamente explicado si, después de una infección, tu organismo mantiene la inmunidad humoral, los anticuerpos van a evitar que te vuelvas a reinfectar. Si por alguna razón, tal vez porque tu sistema inmunológico se cansó o se aburrió, y desaparecen los anticuerpos, te queda la inmunidad celular. Si tenés inmunidad celular, te podés reinfectar, pero casi siempre el cuadro va a ser leve (o asintomática). Una vez que el virus entra nuevamente en tu organismo, todas las células de combate que estaban en tu cuerpo, salen al ataque y te defienden. Seguramente no vas a hacer un cuadro severo, pero vas a portar el virus en tu mucosa respiratoria y es posible que puedas contagiar a otro.

Si el nuevo coronavirus, como los anteriores coronavirus, no produce inmunidad prolongada, y de esta manera son posibles las reinfecciones (esto solo el tiempo nos lo dirá, han pasado solo 6 meses, podría ser que la inmunidad dure eso o doce meses o 2 años), entonces va a ser todavía más difícil contener la pandemia, porque a medida que los que pasaron la infeccion pierdan los anticuerpos,  se volveran nuevamente susceptibles de infectarse y contagiar.

¿Cuánto va a durar la pandemia entonces? Es algo difícil de predecir, pero hay consenso en la comunidad de epidemiólogos que si aproximadamente el 60 a 70 % de la población del planeta alcanza la inmunidad contra el virus, el corona va a dejar de circular. ¿Cuántos años pasaran hasta llegar a esa famosa y deseada inmunidad de rebaño?  ¿Tres años, cinco años? Todo dependerá del grado de rigidez de las medidas de cuarentena. Mientras más estricta la cuarentena, más larga la pandemia, la relación es lineal. A prepararse.

En un escenario de una inmunidad natural breve y sin vacuna, el coronavirus seguirá circulando, las reinfecciones multiplicarán los nuevos contagios, aunque tal vez para los que hayan pasado la infección las reinfecciones sean de carácter leve o asintomático. Es posible entonces que en un plazo de 3 a 5 años gran parte de la humanidad haya ya pasado la infección. Se habrá alcanzado entonces la tan deseada inmunidad de rebaño ¿Sería pues el fin de la pandemia? La respuesta es: lamentablemente, no. Y la razón es que todos los años nacen en todo el mundo millones de seres humanos los cuales a los pocos meses de nacer se vuelven susceptibles a cualquier infección

Vamos a explicarlo para que se entienda. Durante la vida intrauterina, el bebé recibe por parte de la mamá  y, a través de la placenta una inmensa cantidad de anticuerpos que lo protegerán contra posibles infecciones los primeros meses de vida. Aunque los bebés alimentados a pecho, continúan después del nacimiento recibiendo anticuerpos a través de la leche materna, la mayoría de los bebés empiezan a perder estos anticuerpos a partir del segundo semestre de vida extrauterina. Esto es algo que los papás ya lo saben, en general a partir de los 7 ú 8 meses es cuando aparecen las primeras fiebres, los primeros mocos, que se harán más frecuentes cuanto más expuesto esté el bebé.

En un escenario sin vacunas, y con un coronavirus circulando a través de reinfecciones, es posible que  los bebés empiecen a contagiarse todos los años con este nuevo virus, a medida que van perdiendo los anticuerpos transmitidos por la mamá.  No es irracional pensar que en un cierto lapso de tiempo (años) el virus se convierta en endémico, esto es que circule en todo el mundo y para siempre, pero esta vez con una epidemiología diferente: afectando bebés pequeños.  Y posiblemente también a ancianos y personas con sistema inmune debilitado. Por que es posible, como pasa con muchos virus, que el sistema inmunológico del anciano pierda sus habilidades para enfrentar al coronavirus, a pesar de haberlo enfrentando efectivamente en infecciones pasadas.

Este tipo de escenario de circulación endémica de virus, afectando a los niños y a los ancianos y con escasa repercusión en niños, jóvenes y adultos ya existe, y es el patrón epidemiológico clásico del virus sincicial respiratorio (VSR) que todos los años, afecta a millones de niños de todo el mundo, justamente a partir de que empiezan a perder los anticuerpos maternos. Todos los años, todos los inviernos (o estaciones húmedas) en todo el mundo, el VSR produce estragos en la población infantil, generando hacinamiento en las salas de espera de consultorios de guardia y servicios de emergencia, con colapso de hospitales infantiles, y cada tanto con algunas muertes. No muy diferente al patrón del coronavirus, pero con un grupo etario afectado diferente. El VSR tambièn afecta a los ancianos, sobre todo aquellos con factores de riesgo, otra vez una coincidencia con el corona,  provocandoles bronquitis neumonía o incluso la muerte. Todos los años, como ahora con el coronavirus, mueren adultos mayores por VSR, no lo sabemos, por la sencilla razón que no los hisopamos, y si los hisopamos, pues no nos enteramos. El VSR no es tan popular como el nuevo corona.

En este problable escenario, que de ninguna manera considero distópico, en un lustro o más nos enfrentaríamos todos los años al brote habitual de infecciones respiratorias en niños pequeños y ancianos de todos los inviernos. Al virus sincicial respiratorio, al virus de la gripe y a otros, se les sumaría como invitado el coronavirus. Ese futuro de corona endémico, ¿cerraremos la sociedad, limitaremos el movimiento de personas y las escuelas y las guarderías cuando los hospitales pediátricos estén colapsados, como venía pasando todos los años, previos a la pandemia? ¿Cuidaremos a los niños, como cuidamos ahora al resto de la población?

Pero por supuesto que hay otro escenario posible, que es el de una inmunidad natural por el virus más prolongada y una vacuna efectiva. Tal vez estudios más minuciosos demuestren que el SARS-COV2 si es capaz de producir anticuerpos de por vida, tal vez en algunos meses algún laboratorio ya haya diseñado la vacuna, tal vez para entonces esa vacuna se pueda distribuir por todo el mundo, tal vez esa vacuna sea accesible al bolsillo de todos los estados del planeta, aún los más subdesarrollados, tal vez esa vacuna sea segura, tal vez esa vacuna sea efectiva, y tal vez esta vez los antivacunas den un paso al costado y acepten la vacunación masiva. Este escenario también es posible, es solo una cuestión de fe.

 

*Juan José Alba Capitaine

Médico, especialista en Pediatría (Universidad de Buenos Aires, Sociedad Argentina de Pediatría), en Neonatología (Sociedad Argentina de Pediatría) y en Epidemiología (Escuela de Salud Pública, Universidad Nacional de Córdoba)

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