Nunca estuvimos aislados (por Juan José Alba Capitanine)
El virus va a volver a entrar, va a entrar por avión, va entrar por camión, o tal vez esté circulando por nuestros propios cuerpos fueguinos, saltando sigilosamente de garganta en garganta sin dar síntomas hasta despertarse. Vamos a volver a tener casos, no hace falta ser profeta, hace falta entender los modelos epidemiológicos y ver lo que pasa en todas partes del mundo, en todas las partes del mundo en que no se esconden los casos.
Juan José Alba
No, no estamos aislados, no podemos estar aislados, en realidad nunca estuvimos aislados. Por supuesto que nos gustaría mantenernos indefinidamente con cero casos de coronavirus en toda la isla, por supuesto que no queremos volver a tener casos en Ushuaia, y menos en Río Grande y ni que pensar en Tolhuín. Por supuesto que queremos olvidarnos del COVID 19. Pero eso sería una fantasía y no estamos en una isla de la fantasía.
Es que en realidad no estamos aislados, nunca estuvimos aislados. Los alimentos que comemos, la fruta, la verdura, la leche, el queso, la carne, las bebidas que tomamos, las gaseosas, el vino, la cerveza, los jugos, los colchones donde dormimos, la pasta que usamos para limpiarnos los dientes, el detergente que usamos para lavar los platos, el papel higiénico que usamos para……el papel higiénico…¿Cómo llega todo esto? Ya lo sabemos, todo esto llega a nuestra mesa, a nuestra casa no por arte de magia. Ingresan en camiones, conducidos por camioneros, otros héroes invisibilizados en esta pandemia, que recorren el país de punta a punta, soportando cortes, largas esperas en la frontera, olas y vientos del estrecho, y por supuesto, arriesgando su salud, pasando por innumerables pueblos, ciudades, con mayor o menor casos de infecciones por coronavirus. ¿Y todo para qué? Para traernos nuestro alimento, para traernos todo o casi todo lo que necesitamos para vivir. Unos cincuenta camiones o más ingresan todos los días a nuestra isla. Los necesitamos, no podemos vivir con ellos, no podemos cerrar las fronteras como algún devenido en epidemiólogo ha sugerido. ¿Y que hay si nos traen también el coronavirus? Por supuesto que puede pasar, por supuesto que sí, a pesar de su estoicidad, de la valentía de exponerse, pueden infectarse y luego contagiarnos. ¿Pero, podemos vivir sin ellos?
¿Y podemos vivir sin aviones? Necesitamos por ejemplo especialistas. Necesitamos terapistas infantiles, por que no alcanzan los de nuestra provincia, y cada quince días necesitamos traer dos, desde ciudades del norte del país. Necesitamos especialistas en cáncer de mamá, especialistas en cirugía cardiovascular. Necesitamos técnicos, para que reparen equipos, un tomógrafo que se rompió, alguna máquina que no se ni el nombre pero que se usa en una planta potabilizada, o una válvula en los circuitos de gas.
¿Podemos vivir sin ellos?
También necesitamos los aviones para cuestiones sociales. Sería espectacular que en estos meses de larga convivencia con el virus, no tengamos que viajar al “norte” por cuestiones familiares. Sería genial que no les pase nada, y que no nos pase nada en todo este tiempo. Pero eso es poco realista, nuestros familiares se enfermarán, de coronavirus o cualquier cosa, algunos lamentablemente fallecerán, es así la vida. Habrá necesidades que van más allá de la salud. Hoy están restringidos los viajes no esenciales, pero quien dice que es esencial y que no es esencial. ¡Quién dice que no es esencial ese abrazo al familiar que hace meses o años que no vemos, a ese pariente o amigo que venimos salteando varios cumpleaños sin visitarlos, al sobrino, al nieto que nunca vimos, al que se casó, al que no se pudo casar por la pandemia, al que se separó, al que quedó viudo, al que quedo solo! ¿Qué hay de aquel familiar, aquel amigo que sabemos que tal vez no queden muchas oportunidades de vernos en vida? ¿No son esos viajes esenciales? Y que hay de los que quieren venir a visitarnos, a ver como estamos y de paso disfrutar de nuestros paisajes hermosos. ¿No son esos viajes esenciales?
¿Y que hay del turismo? La temporada pasada terminó mal, los echamos a todos, les dijimos que se bajen de los cruceros, que se suban a un avión y se vayan, bien lejos. Pero que no nos contagien de coronavirus. No nos pueden culpar, en todo el mundo lo hicieron. Es cierto, tal vez antes de irnos nos dejaron el virus, en el aeropuerto, como represalia podríamos decir sarcásticamente. Sin embargo, lo controlamos, costó, pero lo controlamos.
¿Y que hay de los turistas? ¿No son viajes esenciales? Así como necesitamos los camiones para que nos traigan esa comida, necesitamos de los turistas para poder llevar esa comida a la mesa. El turismo es el ingreso más fuerte de divisas para la economía fueguina, está claro que no lo será este año, y lamentablemente tampoco en el próximo. Pero necesitamos que vengan. Nuestra economía los necesita: choferes de combis, guías de turismo, empleados de hoteles, de restaurantes, mucamas, todos en cierta medida vivimos del turismo.
El virus va a volver a entrar, va a entrar por avión, va entrar por camión, o tal vez esté circulando por nuestros propios cuerpos fueguinos, saltando sigilosamente de garganta en garganta sin dar síntomas hasta despertarse. Vamos a volver a tener casos, no hace falta ser profeta, hace falta entender los modelos epidemiológicos y ver lo que pasa en todas partes del mundo, en todas las partes del mundo en que no se esconden los casos. Va a volver el coronavirus, no me digan que soy agorero por eso. En Ushuaia, en Río Grande, en Tolhuín, como en cualquier lado del mundo. Preparémonos para convivir con el virus, entonces, con un sistema de salud que tiene que estar bien preparado (y bien pagado), con un sistema de vigilancia epidemiológica que tiene que ser robusto y moderno y, lo más importante, por una comunidad que ya no va a necesitar una autoridad que le diga no salgas. Una comunidad, que criteriosamente va a saber leer la realidad, que va a saber continuar respetando ciertas medidas como el quedate en casa –si podes-, salí con barbijo, lávate las manos y mantener la distancia física de 2 metros. Una comunidad que va a saber retraerse espontáneamente en una cuarentena auto administrada en el caso de que aumenten las infecciones, aumenten los internados y o que aumenten los fallecidos, ¿los fallecidos? Sí, sí, por supuesto, porque es naif pensar que lamentablemente no tengamos desenlaces fatales por este virus tan agresivo en nuestra provincia. La lección de la cuarentena obligatoria ya la aprendimos todos, no hay pretextos para no hayamos aprendido la lección.
No nos debemos preocupar en evitar que entre el virus. El coronavirus ya está acá, la pandemia ya está acá. Aprendamos a convivir con él y controlarlo, a cuidarnos. Después de todo es una lucha desigual de 80 mil millones de neuronas contra una decena de proteínas. No podemos perder.
Oleo de Eduardo Nicolai (Nico) ¨Pájaros de ningún lugar¨