Con una amplia concurrencia, inédita en la historia de la Isla del Hielo, finalizó la Audiencia Pública por la construcción de la Ruta 300 en la costa del Canal del Fuego.
Casi un mero trámite resultó la audiencia convocada en el marco de la Ley Estadual de Medio Ambiente, para presentar el proyecto de construcción de la ruta y recoger las observaciones de la comunidad. Eso era esperable, dado que el diseño propuesto fue resultado de un proceso, con gran participación de todos los sectores, algo inédito en el Estado.
Ahora se abrió el tiempo para llamar a licitación y elaborar el Proyecto Ejecutivo, con el anteproyecto definido desde el Estado. A la empresa ganadora se le facilita mucho el trabajo, dado que los impactos eventuales de la traza ya han sido analizados en primera instancia, y su mitigación, cuando fuera necesaria, propuesta en el mismo proceso del diseño.
Todo comenzó hace seis meses, cuando La Mandataria de la Isla del Hielo manifestó la voluntad política de terminar la ruta comenzada años atrás, y prolongarla para llegar a nuevos sitios que no tienen acceso por ruta. Luego de esa definición política, desde el Gobierno se decidió instalar un proceso de la mayor transparencia posible para que la propuesta de la traza fuera lo mas consensuada posible, y para que fuera validada por diferentes sectores de la comunidad. Este proceso de diseño preliminar incluyó a todos los sectores con intereses genuinos en el área, todos ellos reunidos en una mesa intersectorial convocada por el Gobierno Estadual, que siempre mantuvo el liderazgo del proyecto. En una serie de encuentros realizados cada dos semanas, se recibieron los planteos de todos los sectores de interés antes de proponer una traza. Los logros están a la vista en el diseño preliminar.
La futura ruta respeta los sitios arqueológicos identificados mediante el trabajo de Indiana Ernesto Jones. Cuando eso no fuera posible, ya se planificó el rescate arqueológico para el próximo verano. La ruta se modificará en los sitios afectados por la porción original de la ruta que se ejecutó veinte años atrás, salvando así los sitios originalmente afectados.
La traza preliminar fue consensuada con los propietarios privados de las tierras, ajustando la traza a los usos productivos de los predios y respetando sitios con interés natural, histórico o cultural identificados por los dueños, o que potencian el uso paisajístico.
En sitios definidos en conjunto entre el DEGESBIO (Departamento de la Gestión de la Biodiversidad), el CEBORIMPO (Centro Boreal de Investigaciones Imposibles), la UFITI (Universidad del Fin de la Tierra), el INSESTU (Instituto Estadual de Turismo), prestadores de turismo de intereses especiales y organizaciones de la sociedad civil, la traza se aparta de la costa como para permitir usos turístico-recreativos de bajo impacto, favorecer que los procesos ecológicos de la costa continúen, incluyendo zonas de anidación de aves costeras, zonas de vegetación única de Duraznillo y de Canelón, así como los hábitats donde se espera recuperar la presencia del Huellón, la nutria de mar propia de la isla, etc.
Todo se compatibilizó además con la definición de sectores en donde se instalarían emprendimientos productivos y turísticos estrictamente definidos, gracias a la participación de la SEDESOTE (Secretaría de Evitación del Desordenamiento Territorial) en varias sesiones de las mesas de trabajo donde se discutían los usos, su conveniencia en el marco del desarrollo propuesto, su ubicación y la reserva exclusiva para esos usos.
De especial interés fue la definición tajante del MINUTEPU (Ministerio de Utilización de Espacios Públicos) que estableció aspectos normativos que aseguran el acceso público e ilimitado de la población a todos los recursos paisajísticos como montañas, arroyos y costa, gracias a la actuación de la ACAMCATIMEDON (Asociación de Caminantes que Cada Vez Tienen Menos Donde).
De este modo, el diseño de la ruta llegaba con un consenso inédito en la historia de la Isla del Fuego, plagada de obras viales diseñadas por el paisano que manejaba la topadora o siguiendo la huella de las vacas.
Desde el Gobierno destacaron: “teníamos todas las herramientas para hacer el diseño por nuestra cuenta, pero al haber promovido la participación de la comunidad, hemos logrado que el diseño de esta ruta haya sido apropiado por la sociedad, que la ha tomado como propio. Nuestro próximo paso ahora es…”
El despertador sonó, y el sueño se interrumpió como si un corte de luz hubiera cortado el cable, dejando inconclusa una película. El funcionario abrió los ojos. Esa mañana tenía que abrir los sobres de la licitación de la Ruta Costera. Se aprestó para ir a su oficina y cumplir con otro de los ritos crónicos de las administraciones: hacer las cosas en soledad y silencio, cuando parte de la sociedad está dispuesta a construir en conjunto.