Frente al debate actual en torno a la construcción de la ruta costera del Canal Beagle entre Ushuaia y Cabo San Pío, surgen varias aristas y argumentaciones, muchas de las cuales se entienden a partir de la visión que cada uno de nosotros poseemos acerca del territorio y su innegable vinculación con el desarrollo económico local del mismo.
Se trata de una obra cuyo primer tramo fue planificado, comenzado a ejecutar, y suspendido hace ya más de 20 años, esto último a raíz de la acción de organizaciones ambientalistas que, como algunas hoy, se oponían a la misma por el impacto ambiental que generaría.
La obra consiste en ese primer tramo en abrir camino nuevo desde baliza Escarpados hasta Estancia Remolino (24km), y consolidar el existente a partir de allí hasta Almanza (25km). Los otros dos tramos tienen características distintas, el de Almanza a Moat consolida y mejora una traza existente (60km), y el de Moat a San Pío es apertura de camino nuevo (23km).
Debatir esta cuestión en principio requiere de conocer y asumir que todo desarrollo tiene costos de distinta índole, económicos, financieros, socio-ambientales y otros. Pretender otra cosa, o querer negarlo, es ingenuo y se aleja de un debate serio en torno a las posibilidades de crecimiento sustentables de nuestra comunidad y sus habitantes presentes y futuros.
Desde el punto de vista turístico, la construcción de una ruta costera sobre el Canal nos permitirá, como a otras geografías con costa del mundo, generar el acceso a un atractivo extraordinario como lo es el paisaje y la vista del mismo. Una ruta escénica, cuidada, que ponga en valor ese recurso y amplíe a la gran mayoría de ciudadanos y turistas que nos visitan la posibilidad de disfrutarlo. Una ruta, vale aclararlo, de similares características e impactos que la traza que permite recorrer el Parque Nacional Tierra del Fuego y otros parques nacionales del país y del mundo.
Vale decir aquí en torno a este punto que por suerte hoy la ciudadanía tiene la oportunidad de evaluar el impacto de una obra así en la misma zona, recorriendo y observando ese primer tramo inconcluso que llega hasta la baliza escarpados.
Pero además, y sin ir muy lejos, acá enfrente nomás, se puede disfrutar de la bellísima ruta costera que une Puerto Williams con Puerto Navarino, por no hablar de los cientos, miles, de kilómetros que nuestro país vecino aprovecha para generar atractivos en torno a la maravillosa visión del Océano Pacifico, sus fiordos, y en la mismísima Punta Arenas, la vista del Estrecho de Magallanes hasta Fuerte Bulnes. En la otra punta de nuestro continente, en Alaska, las rutas costeras se destacan por su belleza y son admiradas mundialmente. Y hay muchos más ejemplos similares por doquier, en el país, en el continente y en el mundo entero.
Además, la ruta costera permitirá cerrar un circuito con la Ruta J y la Ruta Nacional N°3, permitiendo en ambos sentidos, ir hasta Almanza por ejemplo, sin tener que recorrer el mismo camino en los tramos de ida y vuelta, agregando valor a la visita, y posibilidades varias de combinación con otros recorridos y atractivos.
Se trata de la incorporación de territorio a la oferta turística actual, saturada en alta temporada por el incremento continuo de la cantidad de visitantes a nuestro destino, tendencia que, más allá de algunas coyunturas particulares, seguirá sosteniéndose en el futuro. No hay más que acercarse en alguna de esas épocas del año a Bahía Lapataia, por ejemplo, para corroborar esto, y verificar cómo la calidad de esa visita se ve afectada, con el consecuente impacto negativo en la opinión de los operadores y visitantes.
Por supuesto que a todos nos preocupan los riesgos de este tipo de obras. Hemos leído y escuchado en los últimos días a representantes de algunas organizaciones ambientalistas enumerando sus dudas, sus temores, y en algún caso su oposición a la obra; todas posiciones respetables y atendibles. Alguna vez también sucedió lo mismo con la obra de la doble mano de Maipú, que imaginó, planificó y finalmente concretó ese gran intendente que tuvo Ushuaia, el Ing. Jorge Garramuño.
Desde las distintas instituciones gubernamentales involucradas en el proyecto hemos ido dando también las razones y fundamentos que sustentan la iniciativa de la Gobernadora Rosana Bertone para realizar esta obra estratégica para el desarrollo productivo y turístico de la zona sur de nuestra provincia, cuya construcción y financiamiento fue aprobada por la Legislatura Provincial. Y así lo seguiremos haciendo, con la voluntad de tener en cuenta todas las opiniones, y todos los recaudos necesarios para la búsqueda de las mejores alternativas.
Las leyes vigentes y los pliegos mismos elaborados por el Gobierno garantizan que la obra se hará al amparo de todos los resguardos ambientales y patrimoniales vigentes, y la aprobación de la traza definitiva una vez presentado el proyecto ejecutivo de la misma se hará obviamente teniéndolos en cuenta. Una obra de esta importancia y magnitud así nos lo exige.
Como decía antes, todo desarrollo tiene costos, y agrego ahora que toda política pública que tienda a su búsqueda implica riesgos. Entre todos debemos minimizarlos, y si es posible eliminarlos, pero sin dejar de atender al objetivo principal de las mismas, que es la búsqueda de soluciones y alternativas para transformar de forma positiva la realidad para las generaciones actuales y futuras, a través de la creación de fuentes de trabajo genuinas en nuestro territorio. Ojalá que el árbol de los riesgos, los impactos, y los temores no nos impida ver el bosque de las oportunidades, el crecimiento y el desarrollo sustentable de nuestra sociedad.
(*) Master en Desarrollo Económico local. Presidente del Infuetur