domingo 19 de enero de 2025 - Edición Nº2615
Dar la palabra » Sociedad » 23 dic 2024

Medicina y sociedad

(AUDIO) Historia del sistema sanitario argentino. Capítulo 1 (Por Rubén Rafael)

Audio completo de la columna semanal del médico Rubén Rafael en "Periodismo" el programa de radio conducido por Gabriel Ramonet que se emite de lunes a viernes de 15 a 17 por Radio Provincia. En esta saga se refiere a la historia del sistema sanitario argentino


Todo comenzó cuando en 1780 el Virrey Vértiz instaló en Buenos Aires el Tribunal del Protomedicato, cuyas funciones y facultades permiten considerarlo el primer organismo de salud pública de nuestras tierras. Fue la institución encargada de la salud pública y de la formación de médicos desde el 17 de agosto de 1780 hasta el 11 de febrero de 1822. También contaba con un tribunal especial para castigar las faltas cometidas por los facultativos y para perseguir a los curanderos. El primer protomédico fue Michael O‘Gorman (1749-1819) de origen Irlandés, que había estudiado en París y Reims, y quien llegó al Río de la Plata en 1776. 

En los últimos años de la colonia y los primeros de nuestra patria, la intervención del Estado en la salud fue impulsada por las epidemias y grandes catástrofes tanto naturales (sequías, inundaciones y terremotos) como humanas (guerras y revoluciones).  En Argentina los primeros hospitales públicos surgieron para atender a ex combatientes de las campañas del desierto emprendidas por Juan Manuel de Rosas.

En 1871, una epidemia de fiebre amarilla asoló Buenos Aires. Fue la gota que colmó el vaso en una sociedad que ya había sufrido varias epidemias a lo largo del siglo. Murieron 13.614 personas sobre una población de 187 mil habitantes. Algunas de las principales causas de la propagación de esta enfermedad, transmitida por el mosquito Aedes Aegypti fueron: la provisión insuficiente de agua potable; la contaminación de las napas de agua por los desechos humanos; el clima cálido y húmedo en el verano; el hacinamiento en que vivía gran parte de la población de Buenos Aires sin que se tomaran medidas sanitarias para ellos, la llegada de  inmigrantes europeos de bajo nivel social y con bajo conocimiento higiénico, que ingresaban en forma incesante a los conventillos de la zona más sureña de la ciudad; los saladeros que contaminaban el Riachuelo —límite sur de la ciudad—, el relleno de terrenos bajos con residuos y los riachos —denominados «zanjones»— que recorrían la urbe infectados por lo que la población arrojaba en ellos. Durante toda la epidemia se desconoció la causa de la enfermedad (un arbovirus)  y su vector el mosquito Aedes Aegypti (recién descubierto en 1886 por el médico cubano Dr. Carlos Filay). 

Muchos de los integrantes de las clases más acomodadas abandonaron la ciudad o se desplazaron al norte de la misma incluido los que eran en ese momento el presidente y vice de la Nación. Domingo F. Sarmiento y Adolfo Alsina huyeron junto a sus Ministros y colaboradores más directos, dejando a la ciudad literalmente librada a su suerte. Por esta razón la ciudadanía se movilizó a la Plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo) y allí unas 8.000 personas decidieron conformar una Comisión Popular presidida por el Dr. Roque Pérez (quien a la postre también fallecería durante la epidemia), que con notable decisión y con acciones de notable heroísmo trató de llenar el vacío dejado por el gobierno ausente y ocuparse de la situación de emergencia. La enfermedad se auto limitó por la muerte de los mosquitos al comenzar los fríos del invierno.

Los valientes médicos, con pocas a nulas herramientas, siguieron atendiendo a sus pacientes mediante tratamientos empíricos, siendo muchos de ellos víctimas directas de la enfermedad. Entre los médicos que fallecieron en labores para contrarrestar la enfermedad reconoceremos los apellidos que dieron nombre a muchas de las calles de Buenos Aires y a los hospitales que a posteriori fueron construidos. Fallecieron: los doctores Manuel Gregorio Argerich, su hermano Adolfo Argerich, Francisco Javier Muñiz, Zenón del Arca, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires—, Caupolicán Molina, Ventura Bosch, Sinforoso Amoedo, Guillermo Zapiola y Vicente Ruiz Moreno. Otros médicos permanecieron en su puesto y sobrevivieron (incluso algunos que habían  acudido a  ayudar desde otros lugares del país), ellos fueron Pedro Mallo, José Juan Almeyra, Juan Antonio Argerich, Eleodoro Damianovich, Leopoldo Montes de Oca, Juan Ángel Golfarini, Manuel María Biedma y Pedro A. Pardo. Tomás Liberato Perón (abuelo del que fuera tres veces presidente, Juan Domingo Perón).

De allí en más se tomó una cierta conciencia de lo que significaban para la población las epidemias. Se comenzaron planes de obras de saneamiento sanitario en la ciudad: agua potable y red cloacal para suplantar los pozos ciegos, mejoraron el  manejo de los residuos, así como se emprendió la construcción de hospitales y cementerios (el cementerio de la Chacarita fue construido durante el pico de la epidemia al no dar a basto los hasta esa fecha existentes)

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