Pocos momentos de la historia argentina de la primera mitad del siglo XX han sido tan emblemáticos como el alzamiento de los peones rurales de Santa Cruz de 1921/1922. Sin embargo, más allá de una relativa difusión que hubo poco después de producidos los hechos, cayeron en el olvido hasta la década de los ’70 cuando Osvaldo Bayer publicó parte de su investigación en la revista Todo es Historia, de Félix Luna. Luego recopiló su investigación en 4 tomos bajo el título Los Vengadores de la Patagonia Trágica y la resumió en un volumen llamado La Patagonia Rebelde. Pero los de Bayer no fueron los primeros libros: anteriormente, en 1928, se había publicado uno con el título de La Patagonia Trágica, que tuvo una fugaz trascendencia. Su autor era José María Borrero y fue testigo presencial de los hechos.
Pero veamos qué pasó en un resumen lo más compacto que sea posible.
Hacia fines del siglo XIX, la Patagonia producía el más preciado de los insumos: la lana. El oro blanco. Las grandes extensiones concesionadas o dadas en propiedad por los gobiernos de Chile y Argentina en el sur de la Patagonia, producían una enorme cantidad de lana que era exportada en casi su totalidad a Europa. La primera guerra mundial, desde 1914 hasta 1918, subió su precio a niveles astronómicos, pero su finalización los redujo a valores inferiores a los de la preguerra. De $10 el kilo se redujo a $3.- Mientras los terratenientes de un lado y del otro de la frontera respondieron con despidos y disminución de las condiciones laborales, el mundo rural, que estaba siendo cooptado por el sindicalismo anarquista, se resistía al avasallamiento de la patronal. La caldera del inconformismo comenzaba a aumentar presión en la Patagonia.
En Chile, por ejemplo:
→ En 1918 se produjo el primer asesinato de un huelguista en Punta Arenas.
→ En noviembre de 1918 la policía capturó en las afueras de Punta Arenas a Simón Radowitzky que se había fugado del presidio de Ushuaia. Fue devuelto a la Argentina en forma inmediata porque no podía mantener en su territorio a un emblema del anarquismo como él sin problemas ni revueltas.
→ En 1919 hubo un levantamiento y represión de la Comuna de Puerto Natales. Tras un reclamo por las 8 horas de trabajo, un dirigente obrero fue asesinado por el administrador del frigorífico Bories, Mister Kidd. Esto provocó una insurrección por parte de los obreros que tomaron el pueblo, algunos rehenes y expulsaron a hacendados y fuerzas privadas de seguridad. El gobernador de Punta Arenas pidió ayuda al de Río Gallegos que envió una fuerza policial de 60 hombres que junto con marinos chilenos recuperaron el pueblo. Fue la única ocasión en la conflictiva relación argentino chilena en que una fuerza armada de un lado de la frontera cruzó los límites en su ayuda. Muchos cabecillas de la rebelión se fugaron a Santa Cruz y tuvieron importante desempeño en los alzamientos de los años siguientes.
→ En 1920 se produjo la matanza de la Federación Obrera de Magallanes, de tendencia anarquista, equivalente a la FORA argentina. El local de la FOA estaba en pleno centro de Punta Arenas y fue asaltado por nacionalistas chilenos representados por la Liga Patriótica y la Guardia Blanca. Con la complicidad de la policía y las autoridades locales incendiaron el local provocando la muerte de entre 4 a 30 personas, número variable según la fuente de consulta.
Todos estos antecedentes y tensiones vividas, eran el caldo de cultivo de lo que sería la Patagonia trágica.
¿Qué pasaba en la Argentina, mientras tanto? El Estado nacional estaba presidido por Hipólito Yrigoyen que había asumido en 1916. Fue el primer gobierno emergente de la ley Sáenz Peña que estipuló el voto secreto, universal y obligatorio, quitándole el poder al conservadurismo de la generación del 80. A pesar de su estirpe popular, durante su mandato se produjeron las represiones más salvajes de la primera mitad del siglo XX.
La primera, en enero de 1919, fue debido a unos reclamos obreros en la fábrica metalúrgica Talleres Vasena. La FORA (Federación Obrera de la República Argentina), controlada por el mismo anarcosindicalismo que tenía a Radowitzky como estrella máxima, comandaba los reclamos de mejores condiciones de trabajo. El conflicto escaló debido a la intransigencia patronal. La huelga por tiempo indeterminado trajo rompehuelgas, situaciones de violencia, grupos parapoliciales con apoyo implícito de las fuerzas policiales del Estado. Se denunciaron unos 700 muertos, miles de heridos y decenas de miles detenidos, aunque el gobierno de Yrigoyen nunca publicó un dato oficial.
La segunda, sucedió en la Patagonia, más precisamente en la territorio nacional de Santa Cruz entre 1921 y 1922. La chispa que provocó el incendio fue la disminución del precio de la lana con el fin de la guerra que hizo que los galpones estuvieran abarrotados y sin compradores. Las condiciones laborales eran muy precarias: mientras la jornada de los peones era de doce horas diarias durante seis días a la semana, la de los esquiladores y arrieros ascendían a dieciséis horas en las épocas de mayor trabajo. El pago se realizaba con bonos o moneda extranjera que al cambiarlos en los comercios se los tomaba a un valor inferior al nominal.
En Río Gallegos se había organizado la delegación local de la anarquista Federación Obrera de la República Argentina (FORA), a la que llamaron Sociedad Obrera, y su líder era Antonio Soto. El Gallego Soto había nacido en Ferrol, Galicia, en 1897. En 1920 declararon una huelga reclamando mejoras de las condiciones laborales: pedían no dormir hacinados en cuartos pequeños, la provisión de un paquete de velas mensual por peón, que el botiquín de primeros auxilios tuviese las instrucciones en castellano, un sueldo mínimo de $100 y el reconocimiento de la Sociedad Obrera como representante de los trabajadores.
Las exigencias fueron rechazadas por la Sociedad Rural, en nombre de los estancieros. La respuesta fue una huelga general en todo el territorio de Santa Cruz a partir del 1° de noviembre de 1920. Dos días después hubo un intento de asesinato contra el Gallego Soto del cual se salvó de milagro. Días después, en una asamblea, la Sociedad Obrera hizo una nueva propuesta que fue aceptada por algunos estancieros, pero la mayoría la rechazó. La huelga se generalizó en todo Santa Cruz, plegándose además los ferroviarios del ramal de Puerto Deseado hasta Las Heras y empleados de La Anónima. En esas circunstancias en el mes de diciembre fue asesinado un obrero y los huelguistas radicalizaron su postura tomando como rehenes a policías y estancieros, aunque no se registraron hasta ese momento enfrentamientos graves. La excepción fue el oportunismo de Alfredo Fonte, alias El Toscano, que formó una banda que bajo la protección de la bandera roja del anarquismo se ocupaba del pillaje de estancias.
Mientras tanto los obreros organizados en la zona de lago Argentino recorrían las estancias levantando la peonada. Formaron una columna importante que marchó hacia Río Gallegos para asociarse con los campesinos que estaban allí para potenciar el reclamo. A mitad del camino hubo un enfrentamiento con un retén policial que dejó tres policías muertos y varios heridos. No queda claro si fue una emboscada de los peones a la policía o una escaramuza formal. La Sociedad Rural divulgó la primera posibilidad en un intento de demostrar que la provincia estaba a merced del bandolerismo anarquista para provocar la intervención del gobierno nacional de Yrigoyen.
Durante enero los obreros tomaron otras estancias, entre ellas La Anita, una de las más grandes, por aquel entonces, propiedad del imperio ganadero de los herederos de José Menéndez, reteniendo como rehenes a sus dueños y policías. Mientras el gobierno británico demandaba al gobierno nacional la protección a sus ciudadanos, muchos de los cuales eran los dueños de las estancias, el 2 de febrero llegaron tropas federales comandadas por el teniente coronel Héctor Benigno Varela.
El territorio de Santa Cruz era un polvorín cuando asumió por esos días un nuevo gobernador, Ángel Ignacio Yza. Tenía instrucciones de Yrigoyen de conciliar las partes en pugna. Luego de arduas negociaciones, Yza convenció a Varela de no reprimir y se reunieron todas las partes en la estancia El Tero el 15 de febrero. Ganaderos y peones rurales, con el aval del gobernador y el ejército, llegaron a un acuerdo: los trabajadores rurales depondrían las armas y liberarían a los rehenes. A cambio los ganaderos aceptarían buena parte de las demandas. Con la mediación del gobernador y la aceptación de las partes, el laudo fue homologado por el Departamento de Trabajo de la Nación lo que fue recibido como un gran triunfo por parte de los trabajadores.
Las tropas de Varela retornaron a Buenos Aires en mayo de 1921. Todo parecía haber concluido felizmente, pero como se verá a continuación la tragedia aún no había comenzado.