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Dar la palabra » Política » 18 abr 2018

Políticas ambientales

(Des)cuidar las costas (Por Guillermo Worman)

No existe ciudad con costa en el mundo que no se encuentre trabajando para democratizar el acceso de sus habitantes a sus frentes costeros. En forma unánime se plantea la necesidad de reconvertir las costas en verdaderos paseos urbanos en donde realizar actividades deportivas, recreativas, turísticas y culturales. Incluso allí se van instalando los nuevos centros culturales o los principales atractivos turísticos.


No existe ciudad con costa en el mundo que no se encuentre trabajando para democratizar el acceso de sus habitantes a sus frentes costeros. En forma unánime se plantea la necesidad de reconvertir las costas en verdaderos paseos urbanos en donde realizar actividades deportivas, recreativas, turísticas y culturales. Incluso allí se van instalando los nuevos centros culturales o los principales atractivos turísticos.

Pensemos qué sucede en nuestra ciudad. ¿Cuál es el principal recorrido que realizan habitantes y turistas? ¿En qué sector se ubican la mayor cantidad de plazas, paseos y veredas públicas en la ciudad? ¿Dónde se concentran la mayor cantidad de fotos cuando se escribe la palabra Ushuaia en sitios como Google y otros buscadores similares? ¿Dónde se realizan los principales actos públicos; dónde están instalados los principales monumentos? ¿Cuáles son los lugares más elegidos para caminar, correr o andar en bicicleta? ¿Dónde hay mayor concentración de aves y fauna de las ciudades de Río Grande y Ushuaia?

La costa como un bien público

Hay un principio general en el manejo integrado de las zonas costeras que plantea que solo deben estar sobre las costas aquellas actividades que necesitan estar allí. Ninguna más.

Un segundo principio es el de la planificación integrada. Y el tercero es el de la sustentabilidad. Desde ya, que en las costas, de ninguna manera, pueden realizarse actividades contaminantes.

Las zonas costeras, al igual que los bosques, son sistemas integrados. No son porciones aisladas que, unidas en un plano, conforman una sección más de la ciudad. Operan como zonas en donde se producen innumerables procesos y con una enorme diversidad biológica. Además, por todo su encanto y atractivo, es donde se desarrollan las principales actividades de cualquier ciudad costera.

En el caso particular de Ushuaia, el frente costero es la vidriera que ven los cientos de miles de turistas que llegan por cruceros y los que realizan las navegaciones en el Canal Beagle.

Demás está explicar que una ciudad en donde el turismo es una de sus principales actividades genuinas, el uso sostenible de su frente costero es fundamental para mejorar sus condiciones de desarrollo local, generar empleo y motorizar un sin fin de actividades y servicios vinculados al turismo.

Siempre debemos tener en cuenta que las costas son sectores complejos y frágiles. Zonas sumamente delicadas por la enorme cantidad de especies que la habitan y por las frecuentes tensiones que se generan sobre ellas. Son, quizás, la zona geográfica donde se producen mayor cantidad de tensiones de una ciudad. ¿Quién no quiere un terreno frente al lago o delante del mar? ¿Cuáles son las tierras en una ciudad costera que tienen mayor precio por solo tener vista al agua? A la inversa: ¿Cuántas viviendas del IPV se han construido sobre el frente costero de Ushuaia?

Por esto mismo hay una tendencia mundial que va en pleno crecimiento: el Estado debe enfrentar los procesos de privatización de los espacios costeros y funcionar como un firme actor regulador sobre lo que sucede en las franjas intermareales o de ribera. Nordelta y Puerto Madero son los ejemplos más destacados de este fenómeno de retracción pública en Argentina. Este último, uno de los emblemas de las privatizaciones de la década del 90.

Pero lo mismo sucede con las franjas costeras en todas y cada una de las ciudades balnearias del país. Es la misma tensión que se repite en el territorio desde Mar del Plata, pasando por Pinamar, Puerto Madryn, Río Grande y Ushuaia. Es la misma matriz.

El otro problema que se reitera, en uno y otro lugar, son los rellenos no planificados, generalmente producidos con escombros o restos de obras. Es el fenómeno que se produjo en Costanera Norte y Sur en la Ciudad de Buenos Aires o en la zona industrial de Ushuaia. El objetivo es ganar terrenos y extender los límites entre la tierra y las aguas.

Este proceso ha sido muy claro en Ushuaia. Sobre todo se observa con claridad en el sector mixto industrial, con un pico en la zona en donde se alojan centenares o miles de contenedores. Sin excepción, allí se produjeron fenómenos de privatización del frente costero. A tal punto que, cada vez resulta más difícil acceder a la costa del Canal Beagle en la ciudad. Las excepciones se dan en la zona céntrica y en ambas márgenes de la desembocadura del Río Pipo.

Entre otras situaciones que se han dado, la falta del cumplimiento del viejo principio del ¨camino de sirga¨ ha generado que los alambrados de muchos comercios y empresas llegan hasta el borde mismo del Canal Beagle, situación que vuelve imposible transitar por una zona que debiera concebirse para el desarrollo de grandes zonas de paseos públicos.

Entre la tierra y la playa

¿Dónde se concentran los vecinos de Ushuaia los días estables y de mejores temperaturas? Cualquier vecino de la capital provincial conoce la respuesta: Explota la senda peatonal que vincula el Aeropuerto Malvinas Argentinas con la rotonda de acceso, el amplio estacionamiento costero que va desde la calle Roca y hasta Yaganes; lo mismo que sucede en la vereda costanera que vincula el Puerto de Ushuaia con la Reserva Urbana Bahía Encerrada.

Está en claro qué debiera promoverse. En primer lugar, grandes espacios de esparcimiento público con sectores para pesca deportiva, zonas recreativas (plazas, entre otros) y circuitos como bicisendas o cintas asfálticas para correr o caminar. También, las actividades que forzosamente  precisan del acceso directo al agua: puertos, muelles deportivos, áreas de investigación, astilleros, la actividad pesquera industrial y artesanal. Sin duda, también deben generarse sectores de reserva para la avifauna de la zona. ¿Por qué, si no, se han desarrollado zonas de alta protección en lugares como Punta Tombo, Monte León o la Península Valdez?

La tentación es grande. Por eso mismo la organización de todas las actividades que se producen y desarrollan en las zonas costeras deben realizar con extrema responsabilidad.

También es una cuestión ideológica: el que las costas funcionen como grandes espacios de democratización de las ciudades. Obviamente, de acceso libre y gratuito.

Y otra vez por una cuestión ideológica. Porque las costas son espacios de todos. Y de ninguno en particular. ¿O no te gusta caminar libremente por las hermosas costas de las ciudades más australes del mundo?

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