viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº2340
Dar la palabra » Sociedad » 19 oct 2022

Reportaje exclusivo

VIDEO. Mano a mano con Carla Kirstein, a dos meses de denunciar al relator de Loffler (Por Gabriel Ramonet)

La mujer que denunció por violencia de género a su ex pareja y relator del Superior Tribunal de Justicia de la provincia, Marcelo Guzmán, teme que “no se haga justicia” en el caso y pidió ayuda para reorganizar su vida en la provincia de Chaco, donde se fue a vivir después de que su situación se hiciera pública y tuviera amplia repercusión nacional.


Carla Kirstein, la mujer que denunció por violencia de género a su ex pareja y relator del Superior Tribunal de Justicia de la provincia, Marcelo Guzmán, teme que “no se haga justicia” en el caso y pidió ayuda para reorganizar su vida en la provincia de Chaco, donde se fue a vivir después de que su situación se hiciera pública y tuviera amplia repercusión nacional.

Carla logró visibilizar lo que le ocurría cuando el 12 de agosto subió un video a las redes sociales en el que mostró su rostro y su cuerpo desfigurados y acusó por la golpiza al alto funcionario judicial.

La denuncia generó una gran conmoción y derivó en que Guzmán fuera separado del cargo y, semanas después, lo procesaran por “lesiones graves en contexto de violencia de género”, en un fallo que actualmente se encuentra apelado en los tribunales de la ciudad de Ushuaia.

Mientras tanto Carla logró el permiso judicial para trasladarse a la localidad de Villa Ángela, en la provincia de Chaco, de donde es oriunda, en compañía de sus hijas.

“No tengo espíritu de venganza pero sí quiero que la causa se dirima en el ámbito penal, y que sea lo mas pronto posible. Espero que no quede en un cajón, o que alguien piense que como “la loca” se fue a Chaco ahora no pasa más nada. Me da mucho miedo que no se haga Justicia”, confesó la mujer en una nota exclusiva con el periodista Gabriel Ramonet que puede verse completa en Dar la palabra.

También dijo que a pesar de la repercusión pública y de la solidaridad de los movimientos feministas, por momento se siente “cuestionada” dentro de la investigación.

“Yo no soy nadie especial. Soy una más en la estadística. Mi caso tomó repercusión por quién fue mi agresor. Por eso me da miedo que esto no se resuelva o que si hay un juicio sea uno desparejo. Ya veremos si este miedo es infundado o no”, insistió la mujer que se desempeña como instructora de pilates.

Según Kirstein, su ex pareja hacía comentarios que lo situaban dentro de una institución “con mucho poder”.

“Decía que en el Superior Tribunal le hacían una cama a uno o a otro. No sé si eso era cierto. Al juez para el que trabajaba (Ernesto Loffler) no lo conozco, lo vi una sola vez. Pero él lo nombraba siempre”, señaló.

Al respecto recordó que su ex pareja trabajaba en el juzgado Electoral de la provincia donde mantuvo un fuerte enfrentamiento con el ex secretario general del gremio de judiciales, Luis Bechis. Y luego perdió el concurso para ser juez de ese juzgado, lo que derivó en que se deprimiera y terminara tomando una licencia psiquiátrica.

“Después de la licencia fue reincorporado pero a un lugar no relacionado con el ámbito electoral. También tomó unas horas en la universidad (se refiere a Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) de Río Grande) por su relación con Loffler, y cuando este juez asumió en el Superior Tribunal lo nombró como su relator”, contó también la mujer desde la casa de sus padres en Villa Ángela.

Sobre su vida en el Chaco, contó que se está reacomodando y que vive en casa de sus padres, aunque la ayuda que le prometieron desde distintos organismos, todavía no llega.

“Tuve varias reuniones con funcionarios de Chaco y no porque yo las hubiera pedido. Llegamos sin un lugar donde vivir, sin trabajo, sin obra social. Supongo que lo mismo que le debe pasar a la mayoría de la gente en estas condiciones. Me dijeron que hay programas nacionales para atender este tipo de situaciones. Todo está supuestamente en marcha, aunque hasta ahora no pasó nada. Las ayudas están en la nebulosa”, relató Carla.

A su vez, mencionó que su intención es abrir algún tipo de espacio destinado a contener a mujeres víctimas de violencia, donde puedan tomar contacto con una psicóloga, una asistencia social o una abogada.

“Sería muy reconfortante ayudar a otras mujeres en mi situación. Sería una forma de devolver tanto cariño recibido, aunque para eso haría falta mucha colaboración de otros organismos”, reflexionó.

Hasta el momento, el funcionario judicial cumple con las reglas de conducta establecidas en su procesamiento, entre ellas “no acercarse a una distancia menor de 100 metros de la víctima y no mantener con ella ninguna comunicación”.

También debe “presentarse diariamente en la sede de la Comisaría de Género y Familia” y no deambular fuera de su domicilio entre la medianoche y las siete de la mañana, además de no salir de la provincia sin autorización, bajo apercibimiento de quedar detenido.

La causa judicial se encuentra a resolución de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones de Ushuaia, y si este organismo confirma lo actuado en primera instancia, el próximo paso debería ser la elevación a juicio del expediente.

“Hacer falta un fallo justo para mí pero también para las “otras Carlas”. La justicia no tiene que ser elitista y debe dejar de proteger a los suyos. No tengo miedo por mí, porque siempre dije la verdad de lo que pasó, pero sí me da miedo lo que ellos puedan resolver sobre el caso.  Ojalá que se haga justicia”, concluyó la mujer.

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