miércoles 5 de noviembre de 2025 - Edición Nº2905
Dar la palabra » Política » 31 oct 2025

Actualidad política

El voto fueguino y el espejo del periodismo (Por Luis Castelli)

Muchos prefirieron sostener lecturas que acomodaran sus simpatías políticas e intereses antes que dudar al menos ante algunas evidencias empíricas que las contradecían. Cuando el domingo los números no coincidieron con sus deseos, culparon al electorado, dijeron “no entender”, hablaron de “sorpresa”, se preguntaron “¿cómo puede ser?”


En cada elección, después de los resultados, aparece un reflejo incómodo: el de los periodistas y medios que no vieron venir lo que el voto popular dictamina finalmente el día de la elección. Esta vez no fue la excepción. Buena parte del periodismo local (no todos) volvió a explicar lo ocurrido con categorías viejas, prejuicios ideológicos y/o intereses políticos y económicos. Quisieron instalar que Tierra del Fuego es víctima de un Gobierno Nacional que la castiga, que la somete como a ninguna otra, que es antipatria, entregador, colonialista y cuantos adjetivos negativos se le ocurran al lector.

Se habló del enojo de la gente con Milei, del hartazgo que genera, y sobre todo a partir de la elección bonaerense del 7S, de un gobierno terminado y acabado. Se habló de todo menos de datos, de realidades, y menos aún de las tendencias que desde hace meses mostraban un escenario favorable al Gobierno Nacional, al menos en Tierra del Fuego.

Muchos prefirieron sostener lecturas que acomodaran sus simpatías políticas e intereses antes que dudar al menos ante algunas evidencias empíricas que las contradecían. Cuando el domingo los números no coincidieron con sus deseos, culparon al electorado, dijeron “no entender”, hablaron de “sorpresa”, se preguntaron “¿cómo puede ser?”.

La tarea de los medios y periodistas, para mi, no es tratar de moldear lo que ellos desean que pase en la sociedad, sino tratar de entender e informar lo que realmente está pasando (el debate sobre periodismo militante). Y para eso se necesita escuchar más, preguntar más y adjetivar menos. Despojarse, aunque sea por un rato, de la comodidad ideológica, política o económica.

Otro fenómeno preocupante, y cada vez más evidente, es el de la autocensura. En muchas provincias, y Tierra del Fuego no es la excepción, abundan los medios que dependen casi exclusivamente de la pauta oficial para sobrevivir. Ese condicionamiento económico genera un círculo vicioso: se publican solo las noticias “convenientes” para el poder de turno y se silencian las que incomodan. Una censura que no prohíbe, sino que omite. Que decide qué datos mostrar y cuáles esconder. Así, el periodismo se transforma en un actor más del sistema de intereses que debe controlar.

En el caso fueguino, esta práctica no es nueva ni excepcional: es estructural. Buena parte del periodismo local se formó y desarrolló dentro de ese ambiente de “dominio de la pauta”, un ecosistema donde la dependencia del financiamiento y el empleo público estatal moldeó hábitos, miradas y prioridades editoriales. Durante años, los medios se acostumbraron a que su supervivencia dependiera más de su relación con el poder que de su relación con la audiencia. Por eso no sorprende que muchos periodistas (insisto, no todos) vean con desconfianza o con temor la publicación de datos que incomodan a quienes garantizan su subsistencia. El problema es que ese reflejo se volvió cultural, casi automático, y terminó erosionando la credibilidad de todo un sistema de comunicación basado en la difusión sistemática de gacetillas de prensa oficiales y notas pautadas (la “imagen positiva” del periodismo en Tierra del Fuego es del 17% y el medio más consumido es un portal anónimo).

Quizás el gran desafío del periodismo sea dejar de comunicar la realidad desde el espejo deformado de sus propios sesgos e intereses. Decía Gabriel Ramonet hace unos días: “Estamos hablando con un megáfono a gente que va con auriculares puestos, escuchando otra cosa”.

No hay periodismo serio sin autocrítica. Y si algo dejaron en claro estas elecciones es que la gente no vota como los periodistas creen que debería votar. Vota como siente, como percibe y como puede. El error no fue del electorado. El error fue, otra vez, de quienes leen la realidad desde el estudio o la silla de la redacción.

 

Nota: No es casual que esta columna se publique en Dar la Palabra, el portal dirigido por Gabriel Ramonet, que desde hace años se mantiene como un espacio abierto a la crítica, la autocrítica y el debate. No es el único por suerte, pero tampoco abundan. La nota radial que hicimos el pasado lunes en Periodismo disparó esta reflexión. En un contexto donde buena parte del periodismo elige el silencio por conveniencia o miedo, resulta valioso que todavía existan medios y periodistas que se animan a discutir los límites del propio oficio y a poner en cuestión la relación entre prensa, poder y ciudadanía.

 

*Luis Castelli es politólogo y consultor en opinión pública, titular de Vox Populi

 

 

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