sábado 02 de noviembre de 2024 - Edición Nº2537
Dar la palabra » Política » 15 oct 2024

Actualidad política

La docencia, una actividad que ha caído en el desprestigio social (Por Rubén Rafael)

La ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre. La educación no debería ser un problema, la educación debe ser una oportunidad para una sociedad mejor. La mayor desventaja que puede tener una persona para su desarrollo, es una mala educación.


La educación

En el pasado, la figura del docente solía ser sinónimo de prestigio y autoridad en el ámbito educativo. Los docentes eran respetados y reconocidos por su labor de formar y guiar a las nuevas generaciones. Sin embargo, en la actualidad, lamentablemente, esa autoridad y prestigio han disminuido significativamente, y en muchos casos se ha extinguido.

La educación es el procedimiento teórico-práctico por el cual las personas adquieren hábitos, métodos, habilidades, creencias y principios éticos.

Estos saberes son transferidos y asimilados de generación en generación, a lo largo de la historia de la humanidad.

La ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre.

La educación no debería ser un problema, la educación debe ser una oportunidad para una sociedad mejor.

La mayor desventaja que puede tener una persona para su desarrollo, es una mala educación.

Hay una correlación directa entre los países más pobres y el índice de alfabetización, y eso no es una casualidad.

La educación amplia el panorama y el entendimiento de lo que sucede a nuestro alrededor.

Estos postulados son mayoritariamente conocidos y aceptados por el común de los ciudadanos.

El tema es cuales son los problemas que nos impiden lograr que se hagan realidad y como resolverlos.

Aquí va un aporte para identificar algunos de los problemas y como incidir para cambiar la tendencia.

Los docentes, un pilar fundamental de la educación

La educación argentina está en crisis, sobre todo el nivel secundario, y el principal problema radica en la falta de formación docente. Esta es la percepción de la sociedad que se desprende de la primera encuesta realizada por el Observatorio Hacer Educación, dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y dirigido por su ex rector Alberto Barbieri.

El relevamiento evaluó las opiniones sobre la educación argentina por parte de la población general y la comunidad educativa. Como resultado, se hallaron dos importantes coincidencias entre ambos sectores: en primer lugar, la percepción de que el nivel secundario es el que tiene la peor calidad; en segundo lugar, que la formación y capacitación docente es el principal problema.

Los indicadores muestran que el 80% de los docentes de nivel primario de gestión estatal participaron voluntariamente en acciones de formación continua. Es decir, los docentes se forman, pero el gran problema es que no hay estándares básicos de calidad. Nadie se hace cargo de cuales son los contenidos y los estándares de calidad. En resumen, nadie audita el proceso. Tampoco hay exámenes de evaluación ni reválida del título.

En Argentina existen 1.547 institutos de formación docente, la calidad de la enseñanza es el primer factor de importancia a la hora de analizar la calidad de un sistema educativo, pero no hay control sobre la calidad de las instituciones formadoras, que se multiplican sin ninguna planificación racional, ni evaluaciones docentes.

En términos salariales se valora a los docentes más por la antigüedad que los conocimientos y capacidades, es decir, no hay reconocimiento ni estímulos suficientes al mérito para una actividad que ha caído en el desprestigio social y tiene uno de los salarios más bajos del mundo. En consecuencia urge trabajar en una política docente seria y sostenida en el tiempo, que ofrezca una formación de excelencia y una carrera deseable y bien paga.

También hay una falta de articulación entre la teoría y la práctica. Hoy las aulas tienen un promedio de 30 alumnos adolescentes, que son personas diferentes que vienen de hogares en los que se convive con dificultades laborales, alimentarias y/o familiares. No es lógico tratarlos como si fueran todos una misma persona.

El gran desafío es que la tendencia no sea equiparar para abajo. Y es importante que para que se pueda mantener el nivel en cada grado de la educación, los alumnos no promocionen si no son capaces de adquirir los conocimientos necesarios para pasar al siguiente nivel.

Como ejemplo podemos mencionar que en matemáticas en Argentina el 70% de los alumnos secundarios está por debajo del nivel deseado.

Más de mil chicos por día abandonan la secundaria, y se gradúan solo el 43% de los estudiantes procedentes de hogares pobres.

Hay razones externas a la escuela que explican la situación, pero hay también razones internas, como la organización, la propuesta de contenidos, el modo de enfocar la enseñanza, el ausentismo docente, que determinan su fracaso sostenido.

Desde la democracia hasta ahora, la inclusión y la obligatoriedad son rasgos esenciales del secundario. Sin embargo, no se acompañó el proceso con herramientas para que esa inclusión resulte real, con lo cual pasó a ser una cuestión declamativa.

La educación secundaria es la que más tiene que cambiar. Y aunque ya pasaron muchos años desde su obligatoriedad (año 2014) , no adecuó su formato ni sus contenidos para que realmente pudiera hacerse obligatorio el recorrido.

Esto no quiere decir bajar la calidad sino generar diversas oportunidades para que todos puedan desarrollar las capacidades previstas en la actual Ley de Educación. Hay que estimular y realzar aquellos conocimientos que `enganchen´ y entusiasmen al alumnado, que tiendan a exaltar la creatividad y la curiosidad de los alumnos y no quedarse tanto en enseñanzas de datos, fechas, reglas, etc.

Para tener buenos docentes son factores clave los incentivos y reconocimientos. La labor educativa conlleva una gran responsabilidad y dedicación, pero no deja de ser verdad que esto no es valorado adecuadamente por quienes nos gobiernan, y en muchos casos tampoco por la sociedad. Los bajos salarios, la falta de oportunidades de crecimiento profesional y las condiciones laborales precarias desmotivan a muchos profesionales talentosos.

Esto lleva a que aquellos con vocación y habilidades adecuadas busquen alternativas laborales más gratificantes.

Lamentablemente, en muchos otros casos, la elección de la docencia no se basa en la vocación y el amor por la enseñanza, sino en la búsqueda de una salida laboral fácil, lo que a su vez impacta en la calidad de la enseñanza y aprendizaje por parte de los alumnos.

La falta de una evaluación rigurosa de los docentes puede perpetuar la presencia de profesionales poco preparados en las aulas. Estas deficiencias en la formación se traducen obviamente en una merma en la calidad educativa y en la desmotivación de aquellos docentes que desean mejorar y desarrollar su potencial.

No podemos dejar de mencionar que, en el pasado, la figura del docente solía ser sinónimo de prestigio y autoridad en el ámbito educativo. Los docentes eran respetados y reconocidos por su labor de formar y guiar a las nuevas generaciones. Sin embargo, en la actualidad, lamentablemente, esa autoridad y prestigio han disminuido significativamente, y en muchos casos se ha extinguido.

La falta de respeto de algunas familias e inclusive de los alumnos hacia los docentes tiene un impacto significativo en su rol educativo. Cuando los docentes no son valorados o sus decisiones son constantemente cuestionadas, se crea un ambiente desafiante que dificulta su trabajo. Esta pérdida de autoridad docente impacta negativamente en la dinámica de la enseñanza, y afecta directamente el proceso de enseñanza- aprendizaje.

La apatía y el desinterés de los alumnos, sumado a los niveles de violencia que se ven en algunas aulas, es otro factor desalentador que desmotiva a los docentes en su labor. En muchos casos, los estudiantes muestran falta de motivación para participar activamente en las clases, carecen de curiosidad por aprender y no valoran la importancia de la educación en sus vidas. Esta actitud apática genera un ambiente desalentador ya que se esfuerzan por captar la atención de sus alumnos y despertar su interés, pero se encuentran con la resistencia y la falta de compromiso, generando otro factor que “espanta” a los docentes más calificados y muchas veces los hace salirse del sistema.

Nadie va a negar que la falta de docentes de calidad tiene un impacto negativo en la educación y en el futuro de los estudiantes. Una enseñanza deficiente limita las oportunidades de aprendizaje y las oportunidades a futuro de los alumnos. Asimismo, genera desigualdades educativas, ya que los estudiantes de escuelas con menos recursos o con docentes poco competentes enfrentan mayores desafíos para acceder a una educación de calidad y, por ende, a oportunidades de éxito futuro.

Este fenómeno que estamos viviendo también tiene un efecto perjudicial en la sociedad en su conjunto. Una educación deficiente contribuye a la pérdida de capital humano, ya que una fuerza docente con limitaciones no logra formar ciudadanos preparados y competentes que impulsen el desarrollo y progreso de la sociedad, lo que a la vez puede generar una brecha en el desarrollo regional, ya que las comunidades con escuelas de menor calidad tienen menos oportunidades de desarrollo socioeconómico.

Abordar este problema requiere de una acción conjunta por parte del Gobierno, las instituciones educativas y la sociedad en general. Es fundamental invertir en la formación y actualización continua de los docentes, brindándoles oportunidades de desarrollo profesional y reconocimiento adecuado a su labor. A la vez se hace imprescindible la evaluación de la calidad educativa que brinda cada uno de ellos.

La escuela cumple un rol social importante (contención, alimentación, etc.), pero por sobre todas las cosas la escuela debe ser un ámbito educativo que sirva para cumplir el proceso de enseñanza aprendizaje.
A todo esto se le debe sumar el triste privilegio que durante 2023 en Tierra del Fuego se perdieron 64 días por paro y 59 días sin clase, ocupando de esta forma el 1er lugar del país en días perdidos de clase durante ese periodo.

En definitiva, si la sociedad en su conjunto no se involucra y no se compromete en la realidad de la educación de las generaciones venideras… esto no podrá motorizarse.

En general se tiende a atender problemas más básicos, como la alimentación y la vivienda, pero sin educación no es posible el desarrollo. No hay posibilidad de crecimiento. Y por ende será más difícil lograr una sociedad mejor y más rica.

 

(Nota originalmente publicada en el diario Prensa de Ushuaia)


 

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