miércoles 09 de octubre de 2024 - Edición Nº2513
Dar la palabra » Política » 13 may 2024

Torturas de militares a la propia tropa

(AUDIO) Yo desaté soldados estaqueados en Malvinas (Por Pedro Morales)

El ex combatiente de la guerra de 1982 fue entrevistado en el programa Periodismo, por Gabriel Ramonet, y contó detalles de los tormentos a soldados que presenció durante el conflicto. Se trata del único veterano residente en Tierra del Fuego que prestó testimonio en la causa judicial donde se investiga lo ocurrido


(Nota del portal Agenda Malvinas que transcribió el reportaje)

 

En una  entrevista realizada el martes último por el periodista Gabriel Ramonet, el exsoldado combatiente de Malvinas Pedro Morales contó parte de su vida desde 1981 en adelante, porqué luego de la guerra decidió regresar a Río Grande y qué lo motivó denunciar al Capitán de Fragata Carlos Ricardo Bianchi en 2007, quien fue a la guerra de 1982 con el Batallón de Infantería Marina Nº 5 con el grado de guardiamarina; cuando la unidad de combate era comandada por el Capitan de Fragata Carlos Robacio.

Lo que sigue, es el segmento final de una entrevista de 34 minutos, efectuada en el programa “Periodismo” que se emite de lunes a viernes y de 15 a 17 horas, por Radio Provincia FM 99.9 del dial, de la ciudad de Ushuaia.

 

- Gabriel Ramonet: ¿En qué momento se producen estos tormentos, estas torturas que usted termina denunciando ante la justicia? Usted y un sinnúmero de soldados también, pero usted, entre los que habitan la provincia (Tierra del Fuego), y por eso tiene para nosotros ese interés, ¿no? Pero, ¿cuándo fueron las torturas y en qué consistieron?

Pedro Morales: Bueno, el tema de las torturas fue cuando por ahí no llegaban muchos ranchos (la cocina de campaña). No llegaban ahí, porque, bueno; por el tema de los bombarderos y todo eso. Por ahí escaseaba un poco la comida. Y en un momento de que íbamos a comer y que recorríamos por ahí las posiciones, oh sorpresa; nos encontramos con dos soldados, o sea, dos soldados estaqueados.

 

- ¿Estaqueados?

Estaqueados, sí.

 

- ¿Lo vio usted estaqueados?

Nosotros lo vimos. Y bueno, en ese momento no hicimos nada porque realmente el que por ahí lo desataba o hacía algo, le llevaba comida; corría la misma suerte. Pero después más o menos la noche, la tardecita noche, ya oscureciéndose, le comento al cabo, al cabo segundo Chasampi; que teníamos que desatarlo porque estaban bombardeando. A mí me daba pena, a pesar de la edad que tenía. Me daba pena porque yo creo que, le digo, hay que soltarlo. Y encaro. Yo sé que encaro para donde estaban atados y sé que alguien me acompañó. Sé que alguien me acompañó y que el único que tenía cuchillo en su momento era el cabo. Y me extiende el cuchillo, me extiende. Me dan el cuchillo y yo lo desato y salimos corriendo. Salimos corriendo porque nosotros, a donde me vieran o nos vieran, íbamos a correr la misma suerte de Ricardo Sinchicay y de González Héctor, que eran los dos soldados que estaban estaqueados. Y siempre por ahí, yo digo, por ahí me preguntan, me dicen, pero ¿quién los ató? Y yo, en realidad, no lo sé, pero el oficial, el oficial que estaba con nosotros, tiene que saber. Él tenía que estar sabiendo porque estaba cerca de sus posiciones y digo, yo no sé. No creo que lo haya atado otro soldado.

 

- ¿Y tuvo alguna consecuencia, Pedro, que usted haya desatado a estos dos soldados? ¿Tuvo alguna consecuencia para usted?

No. Porque al otro día, después de haberlo, haberse desatado. Lo que no sé fue cuál fue el primero y cuál era el segundo, si fue a Ricardo Sinchicay. Por ejemplo, yo estuve con él y él me dijo, no, vos fuiste que me desataste. Bueno, le digo, está bien. Me dijo, gracias amigo, gracias. Después de 30 años fue eso; 25 años más o menos, que lo encontré a Ricardo Sinchicay y me decía, gracias hermano por salvarme la vida. Y le digo la verdad, le digo que yo quizá haya sido un instrumento de Dios que me dio esa fuerza para ir a desatar. Después no lo vi más y sé que al otro día, al otro día, el Guardiamarina (primer grado de oficial entre los subalternos de la Armada Argentina) andaba averiguando. Nos había formado a todos; nos había formado y estaba muy enojado. Estaba muy molesto porque lo habían desatado. Y en un momento carga el arma, una 45 creo que era que tenía, abajo de una sobaquera. Él carga, pero nunca tiró. Buscaba, estaba enojadísimo. Estaba buscando quién era y nadie dijo nada. Nadie dijo nada y después, bueno, tuvimos un rato ahí y después nos fuimos; no pasó a mayores.

 

- ¿Pedro, y usted sufrió algún tipo de tormento, usted sobre su propia humanidad? ¿algún tipo de tormento o esto que usted cuenta es lo más cercano que tuvo como experiencia sobre estos hechos?

- No, a mí, a mí, gracias a Dios, a mí, gracias a Dios, físicamente no, no, no me pasó nada, no, no, no, no, no me pasó nada. Estaría mintiendo si me pasara, sí. Lo único que nosotros hacíamos, por ejemplo, el grupo nuestro; que era el del Cabo Chasampi, que éramos ya prácticamente todos soldados viejos; nosotros los alimentábamos a corderos; cazábamos corderos, cazábamos corderos. No nos importaba, pero tampoco, gracias a Dios, nunca, nunca nos llamaron la atención. Una vez me dice el Cabo después de todo esto que pasó, me dice, ¿te acordaste, te acordaste Pedro? Me dice, cuándo le llevaste los huesos del cordero que se habían comido, al Teniente Villarraza. Digo, no, no me acuerdo, le digo a Chasampi. Sí, dice, él pidió que llevaran el delito, el delito era el cordero, y quería que los llevara. Dicen que yo les llevé todo, y se cagaban de risa. Pero no, yo personalmente, no; sí tengo otra anécdota, otra anécdota, cuando vienen, por ejemplo, soldados de ejército, porque eran todos pibes de ejércitos, ¿no es cierto?, que estaban, andaban caminando, buscando comida, vienen y piden, nos piden comida, al más antiguo; porque siempre en la jerga, en la jerga militar, por ejemplo, uno pide siempre parte para el más antiguo; o sea, el soldado más antiguo; bueno en ese momento justo era yo, y me pide comida, y me dice, ¿nos puede dar de comer? Digo, sí, le digo, hijo, cómo no, aparte éramos todos soldados. Y eso me marcó mucho, me marcó mucho porque andaban muchos chicos vagando del tema, buscando comida.

 

- Pedro, ¿pero estaba prohibido, por ejemplo, usted dice que mataban corderos, eso estaba mal visto por los superiores, o sea, no estaba permitido cazar para comer?

- Estaba prohibido, pero estaba segurísimo, muy seguro que estaba prohibido. Pero nosotros, al no llegar comida, al no tener comida, teníamos que alimentarnos de algo, y ¿qué era lo que teníamos a mano?, corderos, y los corderos, pasaban los corderos, y matábamos tres o cuatro corderos, y éramos doce para comer, y nos comíamos dos o tres corderos por día. Con el gorro, por ejemplo, con el de acero, ¿viste? Sí, con el casco. No, es con el casco, el casco tiene dos fibras, tiene uno de fibra y uno de acero, nosotros siempre andábamos con el de fibra, y el de acero lo usábamos para comer, para calentar agua; entonces hervíamos agua, y despedazábamos con el sable bayoneta. Lo habíamos hecho tan filoso, que cortábamos esa carne, y esa carne hervía, hervía, hervía, hervía, y eso era lo que nos alimentábamos. Muchas veces, pero días enteros lo alimentábamos con corderos.

 

- Y estos dos soldados a los que usted termina liberando, que estaban estaqueados, ¿supo por qué los habían estaqueado, es decir, ¿qué habían hecho? ¿Habían robado comida o matado corderos también, o era por otros motivos?

- No, a Ricardo Sinchicay lo estaquearon por robar comida de la carpa del guardiamarina, porque el guardiamarina tenía las raciones COE (raciones de alimento de combate del ejercito), pero muchas veces no las repartían. Y bueno, él fue a robar una y lo engancharon a la tardecita. Y ahí bueno, el negro se disparó, le decíamos negro; el negro se disparó, se fue. Se fue al pueblo, que era como a 10 kilómetros. Salieron a buscarlo; lo encontraron, lo trajeron y lo estaquearon.

 

- Pedro, ¿usted fue convocado por la justicia para declarar, por el juzgado de Río Grande, para decir todo esto?

Sí, sí, sí, yo estuve presente, fui uno, y cuando vino incluso (Carlos Ricardo) Bianchi, que había venido como comandante (Jefe del BIM 5 en marzo de 2007); que yo anteriormente lo había hablado, le había comentado al comandante anterior, y nos tira el nombre. Le digo, ¿pero cómo va a venir este hombre?, le digo; si este muchacho estaqueó a los soldados allá. O sea, estaqueó a los soldados porque era el jefe más inmediato que nosotros teníamos.

 

- ¿Cómo se llamaba Bianchi? Ricardo Bianchi.

Ricardo Bianchi. Ricardo Bianchi. Y esto es lo mismo que dentro de tu casa, por ejemplo, una casa; el dueño de la familia no sepa qué es lo que está pasando dentro de tu casa. Y él tenía a sus soldados a cargo, y había soldados que estaban estaqueados, y él no puede desconocer eso, no pudo haber desconocido, y para eso está la justicia, que investigue esos casos. Pero, ¿viste? Nosotros hace ya 17 años que venimos con esto, y claro, ya se están muriendo, ya por ejemplo González Héctor. Otro chico que se había sido estaqueado, ya falleció. A Sinchicay ya le he perdido el rastro, no sé cómo estará, andaba mal en su momento, y ya cuando salgan los temas de la justicia, yo creo que no vamos a quedar nadie. Como sigue este ritmo, no creo que lo veamos.

 

- ¿Y cuántos años estuvo usted sin poder contar todo esto? Que ahora lo dice en una entrevista, públicamente, pero me imagino que lo tuvo adentro mucho tiempo, ¿no?

Mira, hace ya que empecé a hablar, 17 años atrás, pero moderadamente, no daba entrevista, había comentado cuando salió la película “Iluminado por el Fuego”, esa fue la que destapó la olla. Porque en su momento, yo dije, con mis compañeros, otros compañeros que estábamos acá en Río Grande, y me decían, no, no puede ser, mira lo que están diciendo. Yo no la había visto la película. Después me vengo y miro la película, no recuerdo a dónde fue que la vi, si la vi acá en casa, no sé dónde la vi, pero la vi. Y cuando me acerco al Centro (centro de veteranos de guerra del Río Grande), y seguía con esto; no, que no puede ser, le digo; pero si eso pasó, le digo, con los soldados de acá en el BIM 5. Vos estás loco, Pedro, me dicen, no. Le digo, pregúntenle a Chasampi, pregúntenle a Chasampi si yo estoy mintiendo. Y él, Chasampi; los asesoró muy bien, y bueno, pasó lo que, pasó eso, ¿no? Porque él dijo, en un momento de una entrevista, él dijo, dice; “yo en la guerra fui con mis soldados, y en esta yo estoy con mis soldados porque mis soldados dicen la verdad”. Así que mejor, claro, me quedaba. Pero bueno, después de todo eso empieza un proceso grande, porque cuando uno quiere destapar una olla, y estaban destapando una olla a presión. Y después vino la persecuta; pero de todo.

 

- Claro, eso le iba a preguntar, porque el BIM 5 es una institución en Río Grande, además, con mucha injerencia, ¿no? Siempre tuvo, es como acá la base naval en Ushuaia, siempre tuvo mucha participación en la vida de la sociedad local. Entonces, eso le iba a preguntar si alguna vez del BIM 5 le aconsejaron, o lo amenazaron, o le dijeron, no hables más sobre esto.

No, tuve en una reunión estuve. Tuve una reunión con unos almirantes, que me investigaron, o sea, y le digo, pero lo que pasa es que ustedes no quieren investigar realmente cómo fueron las cosas, porque mezclaban, realmente estaban mezclando, porque mezclaban en el sentido de que tomaban de otro, no de otro regimiento, sino de otras compañías que estaban más lejos, le preguntaban si habían visto lo que teóricamente nosotros estábamos denunciando. Entonces, es lo mismo que, para aquellos que vayan entendiendo, es lo mismo que me pregunten a mí qué es lo que pasó en Ushuaia, por ejemplo. Una cosa así, no, es verdad, no puedo decir algo que yo no lo vi. Entonces, claro, le digo, pero a los subordinados, pregúntenle a todos los subordinados de Bianchi, le digo, a ellos pregúntenle, no a otra gente. Y bueno, y el aprete existió. Yo siempre por ahí decía, pero si hay una manzana podrida dentro de un cajón, saquémosla, saquémosla. Le digo, no todos los oficiales y suboficiales fueron malos. Esto me saco el sombrero. Hubieron grandes oficiales que tuvieron grandes cojones, ¿sí? Y oficiales y suboficiales. Hay algunos que metieron la pata. Y eso tienen que decirlo para sacar esa manzana podrida, para lavar la institución, porque la siguen ensuciando las instituciones.

Yo amo mucho al BIM 5, lo quiero al BIM 5 también, porque fui parte del BIM 5. Y yo no puedo entrar al BIM 5, me da tristeza de ir al BIM 5 para poder, cuando vienen los actos navales y todo eso. Y digo, no voy, no voy porque por ahí tengo miedo. Ya también tengo, ya 62 años, y uno tiene el miedo. Porque cuando empezamos con todo esto, cuando apenas empezamos todo esto, hasta mi familia estaba en peligro. Entonces mí misma señora me decía, me dice; Pedro, ¿pero por qué hablaste después de veinte y pico años? Le digo, y le hice un resumen yo de otra cosa que nada que ver. Entonces le digo, mira; nosotros tenemos una hija que es adolescente, ¿no sí? A una hija adolescente la maltratan, se la violan y todo, y esa chica, qué sé yo, con quince, dieciséis, diecisiete años, se lo guarda para ella, se lo come y va toda la vida, y pasa, qué sé yo, algún día va caminando por la avenida San Martín. Y encuentra a su progitor, la persona, después de veinte años, ¿no? Encuentra a la persona que le hizo tanto daño. Yo muchas veces le pregunto, ¿qué harías como papá? ¿Qué harías como mamá?

 

- Es un buen ejemplo, sí, es un buen ejemplo.

Le digo, ¿qué harías? Le digo a mi señora, y dice, yo lo mato. Bueno, cuando yo lo vi a este hombre, cuando vino después de veinte y pico de años, ¿me entendés? Cuando lo veo, me dio un ataque de angustia, de bronca, angustia, ¿me entendés? Y yo estuve, estaba ahí, estábamos en un receso que había, estaba (Carlos) Robacio y todo. Y cuando yo lo veo, le dije; “torturador”, pero no dio vuelta, no dio la cara, no dijo nadaNada me dijeron, nada, nada. Me sacaron los compañeros porque estaba sacado yo.

 

- ¿Eso cuándo fue, Pedro, este episodio que me estás contando ahora?

Y este episodio fue apenas asume Bianchi como comandante acá, no recuerdo, pero ya hace diecisiete años atrás, diecisiete, dieciocho años atrás.

Entonces, pero yo porque, también me ha quedado tanto dolor, ¿por qué estaban esos soldados? Digo, ¿por qué? Si estaban bombardeando, déjalo. Porque, ¿qué le hubiéramos dicho a la familia si lo hubieran matado? Si lo hubieran matado a Ricardo Sinchicay, le hubieran alcanzado una bomba. ¿Qué le hubiera dicho la Armada a la mamá de Ricardo Sinchicay o a los hermanos? ¿Le iban a decir que murió estaqueado porque se había portado mal o que había luchado ferozmente con esa lucha? Gran soldado. Era eso lo que le iban a decir. Pero no le iban a decir que murió taqueado.

 

- Pedro, yo le quiero agradecer estos minutos y la valentía de contar esta historia y ojalá la justicia en algún momento se pueda expedir definitivamente sobre estos hechos y que eso tenga sentido, o sea, que estén vivos los que cometieron estos hechos y que puedan ser juzgados con todas las normas que establecen los procedimientos legales en el país. Así que le agradezco muchísimo por estos minutos.

Bueno, muchas gracias a vos y estamos atentos. Y vos sabés que cuando yo empiezo esto, cuando voy a decir, bueno, cuando empezamos esto con el tema del bien, lo único que quería, yo realmente te digo sinceramente, miro al cielo, yo lo único que quería que Ricardo, Ricardo Bianchi; porque también tiene, hoy debe tener 64 años; nosotros teníamos 62, también era un pibe, un muchacho joven, con otra jerarquía, por supuesto; venir y venir a acercarse y decir, sí, la verdad que me inquivoqué; la verdad que me inquivoqué, yo creo que hubiera quedado todo en la nada. Está bien, ellos seguirán con una mancha, pero capaz que no hubiéramos llegado a esto. O sea, yo por lo menos, en el caso mío, desde ni pedí disculpas, de que decía, bueno, reconozco que me mandó un moco. Y bueno, quedará a criterio de las Fuerzas Armadas que es lo que puedan llegar a hacer en ese momento con ese chico.

 

Comentario de Cierre de Gabriel Ramonet: Bueno, Pedro Morales, excombatiente de la Guerra de Malvina residente en Río Grande, no sabía que hacía tanto tiempo, 42 años, que fue a hacer la colimba al norte de esa ciudad, se encuentra con la guerra, y fue uno de los, o es uno de los excombatientes que denuncia que se cometieron torturas, tormentos durante el conflicto. Él no lo sufrió como víctima, pero sí fue testigo directo. Y corrobora además su testimonio, corrobora una línea muy fuerte que hay en el expediente judicial, que yo no he leído completo, pero sí en varias de sus partes, y es que la mayoría de las represalias contra los soldados eran por robar, entre comillas, comida.

Sea, por infringir esa regla que habían puesto los superiores de que no se podían, bueno, por ejemplo, matar animales para comerlos, o buscar alimentos de distintos lugares. Por ejemplo, algunos entraban a casas de los isleños que estaban abandonadas y se llevaban comida, porque se estaban muriendo de hambre, no por las bombas enemigas, en este caso, sino de hambre. Cuando los encontraban, los estaqueaban, los dejaban noches enteras a la intemperie, con la nieve, con el frío, imagínense, algunos murieron así, y hay hechos todavía más terribles narrados en el expediente, todavía más terribles que el de los estaqueamientos.

Y bueno, todo esto pasó, está siendo investigado, insisto, en una causa que se tramita desde el 2007, 2007, y todavía no tiene una resolución, porque ahora está trabada, desde hace varios años ya, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que se defina, de una vez por todas, digo yo, si se trata de delitos o no de lesa humanidad, o sea, si están prescriptos o no, si se pueden investigar.

 

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