Dar la palabra » Cultura » 19 ene 2020
“Fueguino”, último trabajo de Mariano Torre
Viaje a las fibras íntimas de la identidad (Por Gabriel Ramonet)
“Fueguino”, entonces, no es la evocación cursi del pueblo que vio crecer a Mariano Torre, sino una poderosa construcción de sentidos, basada enteramente en episodios reales, en la que el autor y el protagonista se confabulan para juntar retazos certeros de la identidad de una provincia.
Si la máxima aspiración de una obra artística consiste en revelarse como auténtica, es decir, capaz de esfumar los límites entre lo real y lo ficticio, cuando esa verosimilitud ocurre casi naturalmente, el principal riesgo es la sobreactuación, la capa de azúcar esparcida sobre un líquido edulcorante.
Por eso Mariano Torre asume en “Fueguino” (estrenada este sábado en la casa de la cultura de Ushuaia) una cadena de enormes desafíos que, a mi criterio, comienzan por el hecho de protagonizar una historia tan pegada a su piel como a su microcosmos personal y, sobre todo, a los recuerdos de su infancia y juventud.
Y es en esa primera caminata por una soga de equilibrista, por donde Mariano cruza victorioso sin tropezar en las tentaciones de los lugares comunes, la melancolía exacerbada o los elogios desmesurados a la patria natal.
Quizá el principal acierto de la obra escrita y dirigida por Juan Carlos Malpeli, radique en que el sujeto de enunciación no sea Torre, a pesar de su omnipresencia escénica, sino la propia Isla.
De esta forma, no se trata de un hombre nacido en Ushuaia que busca narrarle al mundo retazos de historia del lugar más recóndito del planeta. Es el sitio el que habla. Es la tierra de los fuegos contándole al público cómo fue bautizada desde la expedición de Hernando de Magallanes, o cómo buscó ser evangelizada por europeos aventureros y delirantes, o como dejó habitarse por personajes controversiales de la talla del rumano Julio Popper.
“Fueguino”, entonces, no es la evocación cursi del pueblo que vio crecer a Mariano Torre, sino una poderosa construcción de sentidos, basada enteramente en episodios reales, en la que el autor y el protagonista se confabulan para juntar retazos certeros de la identidad de una provincia.
Parado sobre esa base más sólida que una cuerda temblorosa en altura, el actor nacido en Ushuaia se luce, entonces, con interpretaciones potentes, trabajadas, que alternan estados de ánimo para mantener al público todo el tiempo surfeando olas de reflexión, drama y comicidad.
Un soldado de Malvinas evoca el sinsentido de la guerra a través de un improvisado diario íntimo que escribe en los espacios en blanco de una biblia de viaje. Un arqueólogo nos introduce en inexploradas teorías sobre fenómenos extraterrestres en Península Mitre. Una prostituta nos acerca a los conflictos de desarraigo de la Ushuaia moderna.
Torre se transforma una y mil veces a la vista de todos. Es hombre, es mujer, es italiano, español, despiadado y víctima. Es narrador de sucesos, espejo cómplice, la voz de la Isla que habla.
Con un compromiso físico, mental y emocional que según él mismo advierte, le impide hacer dos funciones en un mismo día, el actor ushuaiense encarna el que seguramente será uno de los trabajos bisagra de su carrera.
No solo por su actuación deslumbrante, ni siquiera por las bondades de un texto que está escrito a su medida por alguien que tampoco puede ocultar sus años de vida en la isla.
No solo porque la obra se mete con uno de los temas más desafiantes, actuales e imprescindibles para la construcción de una sociedad futura, como es la búsqueda de la identidad cultural propia.
“Fueguino” es una revelación que sacia y llena los corazones del público, porque se anima a escarbar en las fibras íntimas de la más profunda y auténtica relación que el habitante de un lugar va construyendo a lo largo del tiempo con el sitio donde eligió dejar alguna huella de su existencia.
Un orgullo que no puede fingirse ni ocultarse. Una sombra que nos acompaña a todas partes. Y que con esta obra, Mariano Torre sacará a pasear por el mundo.