lunes 29 de abril de 2024 - Edición Nº2350
Dar la palabra » Política » 21 feb 2019

Puerto Williams se convierte en ciudad

¿Se viene el fin del Fin del Mundo? (Por Gabriel Ramonet)

El poblado de Puerto Williams se convertirá en la ciudad más austral del mundo a partir del mes próximo. No por obvia ni elemental, la pregunta deja ser inquietante: ¿Qué debe hacer Ushuaia, en tanto sus autoridades, su dirigencia, sus pobladores, frente a este nuevo estado de situación?


Si todo transcurre de acuerdo a lo anunciado, el poblado de Puerto  Williams se convertirá en la ciudad más austral del mundo a partir del mes próximo.

No será fruto de un imprevisto desarrollo demográfico, sino de una decisión burocrática: el Instituto de Estadísticas de Chile modificará el número mínimo de habitantes para que una población consiga el estatus de metrópoli.

En términos futbolísticos, podría considerarse que se trata de un partido ganado en un “escritorio”, y no “adentro de la cancha”, si bien las resoluciones administrativas de un país también forman parte de las reglas de juego de su política interna y externa.

No por obvia ni elemental, la pregunta deja ser inquietante: ¿Qué debe hacer Ushuaia, en tanto sus autoridades, su dirigencia, sus pobladores, frente a este nuevo estado de situación?

El motivo de estas líneas no es postular una conclusión definitiva, sino más bien recopilar una serie de variables y puntos de vista que me ha tocado escuchar durante las últimas semanas, a propósito de este tema.

Solo a los efectos didácticos, vamos a dividir las posiciones en tres grandes grupos, aun a sabiendas de que no son las únicas posturas y que cada una, además, puede tener otra serie de asteriscos e implicancias ajenas a la capacidad de formulación de este módico escrito.

Hay quienes consideran a lo que va ocurrir, como un hecho trascendental para las aspiraciones de desarrollo turístico de la ciudad, y por lo tanto entienden que se debe hacer cualquier cosa menos quedarse con los brazos cruzados.

Según esta idea, la situación de Puerto Williams compromete el principal atractivo de Ushuaia, desde el punto de vista simbólico, que es la “marca” Fin del Mundo. Un signo de identidad atesorado por años e irrefutable para cualquiera, que sigue atrayendo todos los años a miles y miles de turistas, por encima de los paisajes, las excursiones y la creciente infraestructura.

De tal modo, las autoridades deberían, ante todo, reaccionar al avance chileno, que además no es fruto de un crecimiento natural, sino de un “carpetazo” de escritorio.

En ese sentido, esgrimen una posibilidad: contestar con la misma moneda. Las autoridades (provinciales y municipales en conjunto) deberían extender por la normativa más eficaz y legal que conciban, el ejido urbano de Ushuaia hasta el Cabo San Pío, de forma de asegurarse seguir siendo la ciudad más austral del mundo, aunque abarque un sector despoblado y agreste de la zona oriental de la Isla.

Ante los lógicos planteos de lo que significaría ampliar la ciudad en términos de la posibilidad de ocupación efectiva del territorio, intereses inmobiliarios e impacto ambiental, entre otros aspectos, refutan estas voces que la ampliación de la ciudad debería ser tan “formal y arbitraria” como el número mínimo de pobladores que debe tener un lugar para ser considerado ciudad. Es decir, una ampliación “teórica”, con límites expresos, resguardos sobre el uso del suelo y afectación de actividades. “Un carpetazo, con otro carpetazo”, sintetizan.

Un segundo grupo, al que podríamos llamar, “contemporizador”, sostiene que la mejor estrategia es integrarse al nuevo estado de cosas, buscando la mejor ventaja posible.

Son los que admiten que la situación geográfica no se puede cambiar y que ésto que sucederá ahora, en algún momento iba a ocurrir.

Para ellos, Ushuaia tiene todavía una serie de ventajas comparativas a las que Puerto Williams no podría aspirar nunca en el corto y mediano plazo: el puerto, el aeropuerto, la capacidad hotelera, la trayectoria de sus prestadores turísticos. Además de la consolidación de la marca “Fin del Mundo” en el imaginario global, más allá de que aparezcan una o veinte ciudades.

En ese sentido, consideran que la mejor reacción es “integrarse y no competir”, entender al Fin del Mundo como toda la región patagónica sur, y desde allí trabajar para promocionarla en su conjunto, más allá de qué país ostente la ciudad más austral.

La tercera posición, a la que se podría bautizar como “invisible”, considera que la mejor reacción es ignorar olímpicamente cualquier implicancia de este cambio de jerarquía demográfica de nuestros vecinos.

Cuando se refieren a ignorar, hablan en serio. No dar ningún debate, no reproducir ninguna noticia relacionada, en definitiva, dicen, “no hacerles el juego”.

Simplemente continuar el desarrollo de la ciudad en los mejores términos posibles, y seguir sosteniendo la marca “Fin del Mundo” como si no existiera otra ciudad más al sur.

Sin embargo, hay un punto en común a todas las posturas: nadie es ciego. Todos ven que el camino de Yendegaia, que conectará Tierra del Fuego chilena hasta el Canal Beagle, estará terminado en muy poco tiempo, y que Chile ya construyó una barcaza que navega por la zona y que en el futuro realizará el cruce con la Isla Navarino.

Todos han tomado nota de que Puerto Williams planifica un tren turístico similar al del Ushuaia, aspira a tener un muelle multipropósito para recibir cruceros y ya realiza vuelos directos a la Antártida a través de DAP, algo que Ushuaia no consigue a pesar de contar con un aeropuerto y con empresas privadas dispuestas a hacerse cargo de la ruta.

En definitiva, ya sea que piensen en una reacción concreta, una adecuación o un dejar hacer, todos se dan cuenta que de un lado parece haber una política sostenida en el tiempo, lenta, pausada, pero cierta. Y del otro lado estamos nosotros.

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