jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº2339
Dar la palabra » Cultura » 16 ago 2018

Un cuento sobre nieve y tecnología

La magia de Augusto (Por Pablo Andrés de Rose)

En nuestra querida ciudad de Ushuaia, durante mucho tiempo existió un tradicional y emblemático muñeco de nieve llamado Augusto -en honor a Augusto Lasserre, fundador de la ciudad- que tenía la particularidad de no derretirse durante el verano.


En nuestra querida ciudad de Ushuaia, durante mucho tiempo existió un tradicional y emblemático muñeco de nieve llamado Augusto -en honor a Augusto Lasserre, fundador de la ciudad- que tenía la particularidad de no derretirse durante el verano.

Esto era posible gracias al amor que le transmitían y al tiempo que le dedicaban todos los chicos, quienes jugaban y cantaban a su alrededor, cambiaban su nariz por diferentes frutas y hortalizas.

Las abuelas tejían gorros y bufandas para que sus nietos lo decoraran y era nuestro símbolo local. Venían a visitarlo de otras provincias, y este clima festivo en torno a él, lo alegraba y fortalecía.

Todos los 21 de junio se organizaba el festival de “La noche más larga” que incluía el paseo victorioso de nuestro muñeco más mimado, por diferentes puntos de la ciudad.

A comienzos del siglo XXI y con la llegada masiva de la tecnología móvil, Augusto fue perdiendo protagonismo. Los chicos dejaron de prestarle atención, ya casi nadie lo visitaba. Claro, él no ofrecía pantallas multicolor ni juegos virtuales. Solo era testigo de cómo los chicos se entretenían con esos aparatos que eran – en apariencia – más divertidos que un simple muñeco.

De hecho ya los niños disponían en sus teléfonos de una aplicación para armar su propio muñeco de nieve sin moverse de casa. Podían elegir entre miles de colores de bufandas y gorros o le cambiaban la nariz con un solo click, o deslizando el dedo por la pantalla. Digamos que “creaban” un muñeco virtual muy cómodamente desde sus hogares, sin tener contacto real y sentir la magia de la nieve en sus manos.

Un 21 de junio, el célebre “paseo de Augusto“ quedó fuera de la grilla de actividades por el festejo de la noche más larga, y él, sumido en una profunda tristeza ocasionada por el abandono y la indiferencia, después de varias décadas, finalmente se derritió, aunque nadie lo notaría.

Varios años después, una fría mañana de junio, y a causa de una fuerte tormenta, los habitantes de la ciudad se quedaron sin señal en sus teléfonos.

Un grupo de niños del barrio Andino, sumamente aburridos, tuvieron la idea de juntarse para jugar con nieve, exactamente en el mismo sitio donde Augusto pasó a la historia.

Al cabo de un rato de jugar y divertirse, uno de los niños – con una enorme sonrisa – sugirió: ¿y si hacemos un muñeco de nieve?

 

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