jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº2346
Dar la palabra » Política » 6 ago 2018

Debate por beneficios para la región

Patagonia, del desierto al emirato (Por Daniel D´Eramo)

La idea de Emirato es la contracara de la equidad y la distribución y no tanto del producto. ¿O quizás sean el granero y el minero, los verdaderos emiratos? Estamos frente a una representación social que cómo aquella del desierto resulta funcional al nuevo modelo de desarrollo centralista.


 

  • Fuimos “El desierto”

Esa era la imagen que de la Patagonia tenía la clase dirigente de mediados del siglo XIX.  Bajo dicha significación, la negación trágica de un otro originario.  En el mejor de los casos, de un otro salvaje no alcanzado por la civilización y el progreso, que impedía transformar ese desierto patagónico en capital productivo. Ese proceso de acumulación originaria consolidaría la prosperidad metropolitana de unos pocos hacia el primer centenario de una Argentina abierta al mundo. Para la misma época Tierra del Fuego era en su zona norte una parte singular de ese desierto y en el “fin del mundo”, un territorio de castigo y reclusión que preservaba el orden social en la Metrópoli.

  • Fuimos una región a colonizar con un “territorio de tercer orden”

Algunos liberales reformistas y modernizantes entendieron que la Patagonia podía y debía ser algo más que latifundio si el Estado llevaba adelante políticas de colonización y obras de transporte y riego.  La corta mirada de un liberalismo oligárquico, poco permeable a la colonización y a la distribución de las tierras públicas y los intereses de algunas empresas británicas,  poco contribuyeron a fomentar un desarrollo integral de la región.  Solo algunas áreas de Río Negro y Neuquén fueron las más beneficiadas.  Seguíamos siendo en general, una región despoblada y escasamente integrada a la Nación. Tierra del Fuego, el más aislado y despoblado de todos, era para un liberal reformista como Joaquín V. González un “territorio de tercer orden”, expresión que ochenta años después Domingo Cavallo traduciría en “Provincia inviable”.

  • Fuimos un activo estratégico y un objetivo del Plan Andinia

Esas eran las representaciones de la Patagonia en los 30.  La primera ligada a la visión nacional e industrial de los sectores dominantes surgidos del colapso del régimen agroexportador, que veían a la región como una reserva de recursos estratégicos para sostener un proyecto de industrialización y de integración de un mercado económico nacional. 

La segunda, elucubrada en la mente del antisemitismo vernáculo. La Patagonia fueguina no estaba en los planes de nadie. Ni siquiera el petróleo pudo en corto tiempo alterar la situación de una economía débil y estancada.  La obra pública prometida pero irrealizada solo nos dejó un grupo de alrededor de 800 inmigrantes que en alguna medida terminarían siendo los “padres fundadores” locales de la provincialización.

  • Fuimos región subdesarrollada y laboratorio ideal para las políticas desarrollistas

Sobre la base de una mirada que surge allá por los 40, se consuman hacia finales de los cincuenta, políticas desarrollistas impulsadas entre el gobierno nacional y los respectivos gobiernos sub-nacionales de las flamantes provincias patagónicas. La prosperidad patagónica, vaya causalidad, se termina en los 90 cuando el poblamiento y el desarrollo generado por la 19640 hace provincia al último territorio nacional de la Patagonia.

  • Pudimos ser una región “capital”

En la previa de la provincialización de Tierra del Fuego, la Patagonia fue elegida como la región capital de un proyecto de refundación del territorio nacional.  Si la historia según Trevor Roper es el análisis de lo que pasó en el contexto de lo que hubiera ocurrido, hay aquí una extraordinaria fertilidad contra-fáctica para preguntarnos que hubiera sido de la Patagonia y de los patagónicos, si se hubiese llevado a cabo esa política de replanteo territorial y federal que en la época propuso Alfonsín y que sonó a los extra-patagónicos como un proyecto delirante.  Todavía recuerdo hacia finales de los 90 y quizás aún existan, aquellas señales de la vergüenza de haber sido y del dolor de ya no ser, el centro de una febril especulación inmobiliaria que invadió la frontera entre Carmen de Patagones y Viedma.   

  • Ahora somos un “Emirato”

Quizás se trate de un espejismo, esos que suelen engañar cuando queremos comprender una realidad que apenas se ve de lejos, de muy lejos.  Nuevamente el desierto pero ahora en versión exclusiva,  repleto de lujos, beneficios, subsidios y privilegios inadmisibles para quienes piensan el país desde una lógica centralista acostumbrada a que solo en las metrópolis argentinas puede haber desarrollo y calidad de vida y poco atenta a que esa calidad de vida no puede prescindir de sus contextos. Y esto lo sabemos bien y sobre todo, quienes vinimos de los grandes centros del país y aprendimos a ver el ombligo desde otro lugar.           

En gran medida pensar en la Patagonia como un emirato muestra, en principio, un desconocimiento de lo que significa la vida en la región, sin que ello signifique desconocer mejoras apreciables con relación a épocas pasadas.  En un país que se ha desarrollado como lo hizo Argentina, la idea de emirato  como una suerte de “desierto exclusivo” es el espejismo de un cuento al revés que pone en la Patagonia la culpa de las asimetrías de nuestro desarrollo cuando la historia pasada y presente muestra lo contrario. Un estudio a diciembre de 2017, revela que el desarrollo regional de la Argentina sigue respondiendo al modelo de país abanico que graficó Alejandro Bunge en las primeras décadas del siglo XX.  La Patagonia es la región de menor desigualdad relativa,  cuando sin embargo el desarrollo económico está claramente concentrado en la región centro que es la más desigual del país.

http://www.cac.com.ar/data/documentos/27_Estudio%20sobre%20asimetr%C3%ADas%20regionales%20en%20Argentina%20-%20dic%202017.pdf  

La idea de Emirato es la contracara de la equidad y la distribución y no tanto del producto. ¿O quizás sean el granero y el minero, los verdaderos emiratos? 

La Patagonia como desierto y latifundio sentó las bases históricas de un proceso de acumulación asimétrica y sin derrame. La experiencia desarrollista y los intereses soberanos del Estado nacional mostraron que era posible y deseable otra Patagonia y de allí resulta la increíble y acelerada provincialización de Tierra del Fuego. Los 90 marcaron el final y los gobiernos provinciales debieron hacerse cargo con los mismos recursos, de las políticas sociales, para intentar que a la inestabilidad económica no le siguiera la catástrofe social.   

Curiosamente, el argumento frente a la reacción de los “emiratos patagónicos” ante la quita de subsidios y asignaciones familiares,   se basa en preguntarse quién subsidia a los noruegos que habitan un país que, por ocurrencia o capricho del autor, es prácticamente patagónico. 

La respuesta es simple: un Estado de Bienestar noruego que juega un rol clave en el esquema de concertación social en el que cree y al que considera como lógica válida para encarar los problemas que el mundo global le opone a las economía nacionales y locales.

https://www.cadena3.com/noticias/dinero/patagonia-rebelde-los-noruegos-quien-los- subsidia_120122  

Hay elementos para pensar que estamos frente a una representación social que cómo aquella del desierto resulta funcional al nuevo modelo de desarrollo que se propone desde el centro.        

Acá si hay de alguna manera y salvando las distancias, algunas similitudes con la Patagonia en cuanto a la importancia que históricamente tiene la acción estatal nacional y sub-nacional.

En el caso puntual de Tierra del Fuego se han hecho esfuerzos enormes para concertar políticas entre los distintos actores de la producción tratando de que la búsqueda de competitividad no sea en detrimento del empleo y con ello del desarrollo humano.  Ello,  acompañado además de propuestas concretas que van en la dirección de defender y avanzar en la industrialización de nuestros recursos naturales. Esto es: no alcanza con socializar la crisis, hay que discutir una agenda de desarrollo y de crecimiento.

La visión centralista de la Patagonia parece propensa a producir espejismos como aquellos pequeños lagos inalcanzables que parecen inundar la Ruta 3 cuando vamos conduciendo por ella.  Espejismos que tal vez hagan creer desde bien lejos, que el Estrecho de Magallanes es como el Río de la Plata  y que el Puerto de Ushuaia es lo mismo que Puerto Madero y perder de vista que lo más parecido a un emirato patagónico sean aquellos desiertos exclusivos de Benetton y Lewis.

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