miércoles 24 de abril de 2024 - Edición Nº2345
Dar la palabra » Política » 28 jun 2018

La política energética nacional  

Energía: cambiar para que nada cambie (Por Moisés Solorza)

Los dichos del ex ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, sobre que YPF debería haberse privatizado partida en dos, quedaron en el pasado. Su objetivo por el momento, y por suerte para los intereses argentinos, no está cumplido, ya que fue reemplazado por otro ex Ceo de empresas petroleras como lo es Javier Iguacel.


Los dichos del ex ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, sobre que YPF debería haberse privatizado partida en dos, quedaron en el pasado. Su objetivo por el momento, y por suerte para los intereses argentinos, no está cumplido, ya que fue reemplazado por otro ex Ceo de empresas petroleras como lo es Javier Iguacel.

Iguacel es un ingeniero de 43 años que se desempeñó en el ámbito petrolero en distintas empresas,  y que si bien estaba a cargo de Vialidad Nacional, había estado en YPF, Pecom (Pérez Companc) y Pluspetrol. Con su designación se busca impulsar cambios en la política energética y lograr mayor coordinación con la Jefatura de Gabinete.

Las fuertes subas que registraron el dólar y el petróleo en los últimos meses pusieron en jaque a la política energética nacional que había diseñado el ahora ex ministro Aranguren. “Bailar con la más fea”, tal como lo despidió el presidente de la Nación Mauricio Macri, lo pinta de cuerpo entero al ex Ceo de Shell.

El creciente mal humor social producto de tarifazos interminables, sumado al constante aumento de la inflación y  a la escalada del precio internacional del petróleo fueron creando un clima social muy complicado, un escenario que genera preocupación, ya que claramente los más vulnerables, junto a las pequeñas y medianas empresas, están siendo azotadas por el incremento desproporcionado de los servicios esenciales, como lo son los combustibles, el agua, el gas, el transporte, la logística y la vida cotidiana de los trabajadores en su conjunto, todas medidas que serán muy difíciles de olvidar en el futuro.

Ahora bien, ¿cambiará la política energética nacional con este “cambio de figuritas” como comúnmente decimos en la calle los ciudadanos de a pie?

La designación de Iguacel como ministro de Energía lo tomó por sorpresa, como sorpresiva fue la desvinculación de nuestro “Huésped de Honor”, que se encontraba en la provincia de Neuquén en la reunión de ministros de Energía de los países que conforman el G-20.  Dicen que Aranguren fue despedido vía telefónica por Marcos Peña Braun.

Lo cierto es que antes de desembarcar en Vialidad, Iguacel había acumulado una extensa trayectoria en el sector petrolero. En 1997 comenzó a trabajar en la empresa YPF que lideraba Roberto Monti, pero dos años después se fue, disconforme con la decisión de privatizar la compañía. “Soy de los que creen que la energía del país debe generarle riqueza a la gente y no soporté que YPF fuera subsidiaria de Repsol”, aseguró al portal Iprofesional en octubre de 2017. 

¿Será una buena señal? Difícilmente lo sea si tenemos en cuenta que los compromisos asumidos por su antecesor Aranguren, con las petroleras y energéticas, condicionan cualquier decisión que se tome al menos en lo que queda del 2018 dónde se esperan más aumentos de todos los segmentos que están vinculados bajo su responsabilidad.

En la Casa Rosada y en parte de la oposición, interpretaron que Aranguren no era la mejor opción para liderar la etapa que viene en Energía. Los próximos meses que restan de este 2018, serán agitados y probablemente haya que renegociar contratos o regulaciones definidos hace pocos meses atrás. Incluso es factible que Aranguren comparta esta lógica y ya cansado de esta imagen que se ganó entre los asalariados argentinos y con razón, como  “El malo de la película”, este de acuerdo con la medida.

En el horizonte emergen decisiones heterodoxas: habrá que explicarles a los productores de gas que no podrán seguir cobrando el mismo precio del gas en dólares que venían cobrando (se evalúa que Cammesa deje de pagar US$ 5,20 por millón de BTU por el gas que consumen las generadoras); a las distribuidoras que se ralentizará la actualización de las tarifas por inflación y tipo de cambio; y negociar con las petroleras un nuevo esquema de precios internos del crudo para amortiguar el salto de los combustibles en surtidores.

A esta altura, parece probable la vuelta de la “lógica kirchnerista” de un barril criollo para la segunda mitad del año, para evitar saltos bruscos en surtidores tras el corrimiento del tipo de cambio (el dólar se apreció un 40% desde abril).  Al mismo tiempo, habrá que contener a las empresas productoras que tienen en carpeta planes de inversión en Vaca Muerta y ahora dudan en concretar esos desembolsos ante la incertidumbre de la economía argentina y los vaivenes del mundo petrolero en su conjunto.

Son medidas y entendimientos que deberán surgir, en principio,  por fuera de las pautas regulatorias definidas durante la gestión de Aranguren. Ya no alcanza con hacer cumplir la ley, el eslogan preferido de Aranguren. Habrá que renegociar y buscar nuevos consensos que exceden el actual marco normativo. El ahora ex ministro no estaba cómodo con esa realidad que decantó tras la impericia del gobierno para controlar las variables clave de la macroeconomía, es decir, el precio de la moneda extranjera, inflación, tasas e impuestos internos y producción de petróleo crudo con un plan de inversiones en retirada.

Ahora bien ¿cuáles fueron los logros del ex ministro Aranguren en su paso por la función pública? Además de un procesamiento por parte de la Justicia, por autorizar compras directas de GLP (Gas Licuado De Petróleo) a Chile, con un sobreprecio del 130%, hay que remitirse a las cifras.


Luego de los tarifazos y de la “convergencia de precios”, la suba en dólares del valor en gas en boca de pozo, (producción petrolera en yacimientos) pasó de U$S 1,29 a U$S 5,27 a octubre de 2018, generando una transferencia descomunal a las arcas de un puñado de empresas casi todas extranjeras.

¿Cómo quedó la empresa de bandera YPF posicionada frente a sus competidores del mercado?

Llamativamente, la empresa YPF, perdió con asombrosa exactitud lo que en la misma proporción se benefició la empresa Shell. ¿Es casualidad que el ex ministro Aranguren favoreciera los negocios de la petrolera angloholandesa? Difícilmente pueda ser relacionado con la casualidad el desmembramiento de YPF en función de las ganancias de sus competidores en el mercado local.  La empresa Shell avanzó en el mercado de los combustibles, con respecto a YPF 3,5%, mientras la empresa con participación estatal perdió el 3,9% en este segmento.

¿Y que pasó con las producciones de gas y de petróleo, ahora que la liberación del mercado interno les permite a las petroleras, exportar crudo y gas e importar libremente de mercados “más competitivos” naftas y derivados refinados? ¿Cómo se comportó el mercado gasífero argentino con la dolarización tarifaria que en teoría reclamaban las productoras para invertir? ¿Aumentó la producción de petróleo y gas?  Veamos.

Lamentablemente la lógica de destrucción de la matriz productiva nacional, en el segmento petróleo y gas, se deterioró notablemente, salvo la excepción respecto del gas, que se debe a la puesta en servicio del yacimiento fueguino Vega Pléyade en la cuenca austral que nos posicionó como segunda provincia productora del país detrás de Neuquén.

La notable disminución de la producción de petróleo crudo se debe la paralización de la actividad petrolera en la Patagonia principalmente y a la posibilidad de importar crudo refinado.

Claramente el neoliberalismo implantado en la argentina por la alianza Cambiemos, no permitirá que cambie las políticas en esta nueva etapa de Iguacel, y mucho menos desactivar las transferencias monumentales de dinero de los bolsillos de los trabajadores hacia las petroleras, transportistas y distribuidores de energía de todo el país, ya que el flamante ministro de Energía aseguró que en septiembre y octubre seguirán los aumentos en las tarifas de luz y gas, aunque todavía no está claro cuál será la magnitud de esos ajustes.

Claramente este cambio de figuritas es simplemente cosmética y se tomó la decisión política de “cambiar, para que nada cambie”.

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